Es razonable, incluso obvio que el hecho de que de todo el interior de un coche de Cercanías sólo conste en el sumario un clavo, es raro.
Pero como ese tribunal estaba en plena posesión de la verdad, no se podía equivocar y, tal vez, hasta gozaba de la iluminación de la diosa Razón, no pasa nada. Especialmente cuando cierto número de personas en Internet defienden eso. Más aún cuando entre los que ponen en duda la sentencia hay algún personaje, más o menos público, cuyo comportamiento tiene algún rasgo propio del líder de una secta moderna que de un periodista.