Del TIEMPO, que es el único factor del que todo el mundo se ha olvidado en este asunto del audio digital . Porque lo que dice wynton, no son conjeturas, es una demostración matemática y que se puede ver en el link que he puesto . El teorema de Nyquist no permite digamos medias tintas.Iniciado por Yota
Pero es que es un hecho que se secciona el tiempo al digitalizar. Insisto en un comentario mío, sabemos que el perezoso ojo humano percibe como movimiento contínuo imágenes estáticas a una velocidad de 24 hz como mínimo y eso ha hecho que exista el cine (y los dibujos animados).
En el audio, de lo que nos hemos ocupado es de la capacidad de recoger con fidelidad suficiente (16 bits) y capaces de recoger todo el ancho de banda que un ser humano puede percibir (hasta 20 Khz pero afirmo que muchos no llegan ni a 18 Khz) y eso se consigue muestreando a 44,1 Khz, es decir, en principio, con el formato CD sería suficiente (no entro en cuestiones de editaje que sí podrían justificar más bits o muestreo).
¿Entonces? Lo que dice Yota, ¿es sugestión o trucaje de los nuevos formatos? ¿es todo marketing?¿por qué y pese a ser técnicamente el vinilo bastante inferior al CD (al menos en teoría en parámetros perfectamente medibles) muchos sostienen que se oyen mejor el vinilo?
Creo que puede que no sea todo marketing y que merece la pena investigarlo y saberlo. Una de las características del sonido es su INFINITA linealidad con el tiempo . Linealidad que se ve interrumpida al digitalizar convirtiéndose en discreta, en digamos unos "cuantos" de tiempo . Es una interrupción cada vez más pequeña con los formatos HD y que varía inversamente proporcional a la frecucncia de muestreo .
La pregunta está en qué punto el cerebro (no el oído) deja de procesar (trabajar) ese "cuanto" temporal que no tiene el audio analógico .
Porque es que resulta que el oído es el último sentido que se pierde al desfallecer o morir y es el primero que aparece al recobrarse de un desvaneciemiento o una anstesia ¿Por qué? Pues porque es lo que al ser humano le conecta más con su entorno y, de hecho, un sordo está siempre más perdido que un ciego, aunque parezca paradójico.