La realidad es terca:

1.- El peor transductor que existe es nuestro propio oído, por sano que esté.

2.- Mi hija (10 años) percibe tonos puros hasta 22.500 Hz. Mis hijos (13-15 años), hasta 20.500 Hz.

3.- Un amigo audiófilo (venido a menos), de 54 años, percibe hasta unos 17.500 Hz.

4.- Yo (52) percibo, con grandes dificultades, hasta 14.000 Hz. La última audiometría que me hicieron resultó que tenía una "audición normal para mi edad", con pérdida en la frecuencia de 10 KHz de un ¡25%! en un oído y un 10% en el otro. A los 50 años lo normal es una pérdida de 1/3.

5.- El problema de la digitalización del audio no se produce en el paso final a WAV/CD o en la compresión con/sin pérdidas. Se produce (producía) por los errores acumulados en las sucesivas fases de los procesos de masterización. Con la capacidad de cálculo actual de los chips y de los DACS en estos momentos en que hablamos de imagen UHD 4K y 3D, el tratamiento digital del audio es un juguete para chiquillos. Prueba de ello es la tremenda potencia de los programas gratuitos que podemos instalarnos en cualquier ordenador de medio pelo.

6.- Otro problema de la digitalización tiene que ver con la "war loudness" o guerra de que todo suene muy fuerte, la compresión dinámica, etc., que tienen que ver más con cuestiones comerciales y/o artísticas de dudoso (o nada dudoso) gusto.

7.- Y por último, está el componente hedónico o subjetivo: Si nos dicen que algo es más caro, o que es mejor y más exclusivo, sea vino, audio, vídeo o cualquier objeto de consumo, lo disfrutaremos más, porque se generan endorfinas en el cerebro. Aunque en prueba ciega seamos incapaces de distinguirlos.