Pero ya no estamos hablando de lo mismo, el Sultan no podrá decir que el sonido es distinto solo que la capacidad adquisitiva lo es, y eso es lo que le importa, no el sonido. Pues lo mismo, aquí hay quien disfruta de los Maestros Cantores en la Ópera de Viena con su Filarmónica, oyéndolo desde su gallinero, o de Savall tocando la viola en la Catedral de Urgell oyéndolo en la décima fila, mucho más que oyendoles en la mejor grabación disponible de ambas obras y autores, pues otras variables añadidas, y obvias, al sonido aparecen en el directo.

Luego si ese sonido grabado, delicioso, lo oyes en tu sala con los mejores altavoces y repantigado, te parecerá una cosa, pero si te vas a la cama y con los ojos cerrados lo oyes con los auriculares y el iPod, es posible que recuerdes, sientas y disfrutes algo parecido a aquella vez en directo donde el silencio y atención de los que te rodeaban, la sensación de experiencia fugaz y única, y la visión de quienes son para ti dioses de la interpretación, sumaban más que el propio sonido.

Ergo, el sonido fiel, mucho mejor, pero no solo de sonido vivimos la música.