En estos momentos, la emoción que este asunto me provoca con mayor intensidad no es el miedo. Me produce tristeza y vergüenza a partes iguales que el ébola haya tenido que empezar a afectar al Primer Mundo para que reciba la respuesta internacional que debió haber llegado hace muchos años. Sé que esto no es nada nuevo, por desgracia, pero es que dice tanto y tan malo del funcionamiento del mundo.