En España, mezclados entre los buenos militantes comunistas, socialistas, antifascistas italianos, emigrados alemanes, anarquistas de todos los países y razas, vinieron muchos centenares de elementos criminales internacionales, y mientras que una parte de ellos se dedicaban a vivir con comodidad sin hacer nada y sin luchar, otros muchos, aprovechando el desorden de los primeros días, comenzaron una serie innumerable de delitos abominables: estupros, violencias, saqueos, asesinatos por pura maldad, robos, raptos de personas, etc....
Se enviaba a estos elementos a Albacete, el centro de formación de las Brigadas internacionales sometido a mis órdenes. Aunque una parte de los mencionados elementos lograron lavar sus culpas, yendo a luchar con valentía y cayendo en las batallas más duras libradas por las Brigadas en la defensa de Madrid, otros han dejado de manifiesto que son incorregibles. Algunos intentaron seguir con los comportamientos criminales realizados en otros lugares; se escaparon del campo de concentración en que estaban recluidos, agrediendo y asesinando a sus guardianes. Ante aquello no dudé y ordené las ejecuciones necesarias...
Las ejecuciones ordenadas por mí no sobrepasan las quinientas