Matías, en mi opinión caes en el mismo error que Ramoncín y compañía, al equiparar melones con ideas. Más allá de las similitudes, o sea, que las ideas provengan de los melones de la gente o que haya muchos melones sin ideas , sí hay una clara diferencia entre los dos: mientras que si al melonero le roban un melón está claro que se quedará con uno menos, si alguien "te quita" una idea lo único que pasará es que la tendrán dos personas en vez de una...
Es evidente que el perjuicio no es el mismo, las ideas se multiplican hasta el infinito y los melones siempre son los mismos, sólo pueden cambiar de dueño.

Entonces dirás tú: igual que el melonero no sembrará melones si luego se los roban, nadie generará ideas si sabe que alguien se la puede "fusilar". Sin embargo, la Historia desmiente esta posibilidad: como decía Ibarra el otro día en un artículo de El País, si hemos llegado hasta donde estamos es precisamente porque no se han puesto muchas trabas al trasvase de información, imagínate que alguien hubiera patentado "la iluminación" y hubiera estado cobrando derechos a todos los que querían ver por la noche, seguramente seguiríamos en las cavernas y el desarrollo sería inviable.

Claro que hasta ahora el flujo de información también ha estado bastante limitado, entre las protecciones legales y que casi siempre el original tenía más calidad que la copia (a menudo era incluso más barato) el asunto raramente merecía la pena. Sin embargo, como otras muchas veces, surge una herramienta que provoca un cambio en el pensamiento, y esta es la tecnología digital, que permite una multiplicación rápida, barata y prácticamente infinita de la información sin que ésta se altere por mucho que se repita. Para colmo, también aparece una vía de comunicación accesible para todos que es Internet, pues ya está, tenemos la sopa en el puchero y la leña calentándolo, está claro que hoy se cena.
Con todas las posibilidades que esto abre y que provocará (ya lo está haciendo) un desarrollo de la capacidad humana inimaginable ¿vamos a pararlo todo para asegurarles a unos actores o unos escritores un retiro apacible y de por vida, por muy buenos que sean? ¿no será más lógico llegar a un acuerdo con ellos para remunerarles por su trabajo e incluso por su "genialidad" en cantidades realmente razonables?

La solución no son las leyes ni la policía, las reglas del juego han cambiado y las antiguas ya no valen, si durante la "era analógica" eran artistas y editores los que ponían las condiciones y se aprovechaban del público, en la era digital ocurre justo lo contrario, es el consumidor el que está esperando una propuesta interesante que convierta en innecesario ejercer el derecho de intercambiar ideas con su vecino... aunque sea virtual.