Nada, ni un cartel ni la típica placa aurificada, indica que en el edificio de hormigón, aluminio y metacrilato de Ahorro Corporación, en el número 89 del Paseo de la Castellana, se ubique la sede central del Banco Malo. Pero así es. El “
mayorista de inmuebles y terrenos” de las entidades bancarias intervenidas por el Banco de España gestiona bienes valorados en torno a 60.000 millones de euros, pero en vez de utilizar alguno de sus activos tóxicos como sede, paga 720.000 euros al año por el alquiler de dos plantas del edificio del extinto Banco Zaragozano...
...y los inversores deberán ser profesionales, estarán sujetos a la supervisión de la CNMV y podrán emitir bonos con cargo a los FAB. Las ventajas de estos fondos son enormes. Valen para blanquear dinero de los paraísos fiscales –en franca competencia con la deuda pública–, tienen un trato fiscal estupendo: sólo pagarán el 1 ó 2% de la rentabilidad que obtengan, como las SICAV; no pagan el impuesto de transmisiones propio de las compra-ventas de viviendas, que oscila entre el 6 y el 8%, según cada autonomía. Tampoco pagan el impuesto urbano de plusvalías, que, como el de transmisiones, se cargará sobre el comprador final, y, por si fuera poco, a los inversores extranjeros no se les cobra un euro de impuestos cuando liquiden el FAB y recuperen su inversión inicial. Con estos detalles se comprende el fracaso de la “amnistía fiscal” de
Cristóbal Montoro en aras del nuevo mecanismo de blanqueo, más barato y encima rentable, de su colega De Guindos.