Para empezar, dos cosas:
1.- Se producen pérdidas en la distribución de energía eléctrica, básicamente porque la corriente eléctrica calienta los cables.
2.- El precio de la energía nuclear, incluyendo amortizaciones y gastos de tratamiento de residuos, es imbatible.
Acerca de lo de Japón:
Uno se puede preguntar si de lo ocurrido en Japón se pueden extraer conclusiones aplicables en España. Se pueden. Todas las centrales nucleares japonesas resistieron perfectamente uno de los mayores terremotos, desde que hay registros, ocurrido en esa zona. Y sus réplicas, varias de las cuales fueron de magnitud superior a 7 grados Richter. Aquellas en las que se detectaron aceleraciones superiores al umbral de parada, se pararon automática y ordenadamente, llegando a un estado de parada segura.
Una de ellas sufrió un muy fuerte maremoto, el primero de esa magnitud en más de mil años, y se quedó sin la refrigeración necesaria para evacuar el calor residual. El porqué de ese fallo en la refrigeración todavía no está claro. Puede que fallaran los diésel de emergencia, puede que las bombas de captación de agua de mar de refrigeración se quedaran en seco en el valle de alguna ola del tsunami y se griparan. Eso se sabrá en unos meses, en todo caso. Como consecuencia se ha detectado radiación en el exterior de la central, pero sigue sin ser un accidente equiparable al de Chernóbil.
Así, tenemos una serie de centrales que aguantaron perfectamente un terremoto, que fue al menos cinco veces más potente que el terremoto para el que se diseñaron. Tenemos una central a la que un tsunami excepcional (en el sentido de que ocurre una vez cada mil años) dejó sin refrigeración y ha dejado escapar radiación.
Las centrales españolas están diseñadas para soportar terremotos al igual que las niponas. En el interior de España es físicamente imposible que haya tsunamis. En la costa mediterránea, los ha habido, pero bastante reducidos. En la costa atlántica está el episodio del maremoto que destruyó Lisboa en 1755 y que también afectó a Cádiz y a Huelva. En todo caso, desde el 218 a.C. ha habido 24 maremotos en España, y el único catastrófico fue el de 1755. Eso desaconseja la instalación de centrales nucleares en la costa de Andalucía Occidental y, efectivamente, no hay ninguna por allí.
Acerca de las tarifas, hay que considerar las primas a la eólica y a la solar, que se han salido totalmente de madre, así como las amortizaciones. Por ejemplo, en el coste de la energía nuclear, la amortización de la inversión es el coste más importante, en hidroeléctrica, eólica y solar, sólo hay costes de amortización y un pequeño gasto de personal, mientras que en fuel, gas y ciclos combinados de gas el combustible es la parte del león. Con el carbón depende de si estamos hablando de carbón nacional (carísimo, subvenciones a la minería aparte) o importado.
No obstante, por cuestiones de disponibilidad, la energía nuclear es mucho más barata que la eólica. Una nuclear fácilmente llega a estar disponible, y produciendo, más del 90% del tiempo. En eólicas, depende, pero es raro que produzcan durante más del 30%. La solar es peor, con disponibilidades del orden del 10%. Como en estos casos el coste de capital es el dominante, son más rentables las centrales que a igualdad de potencia instalada, es decir, inversión, produzcan más energía al cabo del año.