El embajador de Irán en España,
Seyed Davoud M. Salehi,
defiende no sólo la aplicación de la pena de muerte sino también los cortes de manos para los delincuentes. Esas son sus costumbres.
En 2007, Irán fue el segundo país, tras China, en número de ejecuciones. La más alta instancia de la Justicia de Irán decidió, la semana pasada, limitar las ejecuciones públicas, pero eso no significa que la pena de muerte haya dejado de aplicarse, según publica El Mundo.
El embajador de Irán en España justificó ante un reducido grupo de periodistas la aplicación de la pena de muerte y los cortes de manos para los delincuentes.
"Nuestras leyes establecen que se ampute la mano del que roba. Esto no es aceptado por Occidente, pero en el campo de los Derechos Humanos hay que tener en cuenta las costumbres, las tradiciones, la religión y el desarrollo económico del país. Es necesario aceptar unas leyes para preservar la salud de la sociedad, si no, ésta se encontraría en peligro".
Y
Salehi comparó la cercenación de miembros para hacer Justicia con la "
decisión de un médico de amputar una extremidad para detener un proceso de gangrena".
Las declaraciones del embajador vinieron a colación de una exigencia de la organización Human Rights Watch (HRW), que ha pedido al máximo responsable de la Justicia iraní, el ayatolá Mahmud Hashemi Shahrudi
que revoque la sentencia de muerte por lapidación contra tres personas -dos hermanas, de 27 y 28 años, y un hombre de 49- condenadas por adulterio.
El embajador criticó las acusaciones realizadas contra su país por su poco apego a los Derechos Humanos y afirmó que "la arrogancia de Occidente" utiliza este discurso para dañar la imagen de Irán. "¿No creen que Occidente está aprovechando el instrumento de los Derechos Humanos en contra de los pueblos?".