pues la verdad, dacres, tanto me da que pertenezca a la ilustre estirpe de los peláez, de los gumersíndez o de lo que sea
ignoro quiénes y de dónde eran sus padres, y me importa un bledo: descreditar a alguien por su nacencia, me repugna
si se trata de crítica, critíquense las ideas del sujeto -a mi juicio, pocas y mal avenidas-, no sus apellidos o el lugar de donde provienen, que de oriundos, extranjeros, bastardías y palafreneros entremetidos a estorbar la pureza de sangre, sabemos todos

propicios