Una opinión, de Salva Fernandez, redactor de Meristation...a mi parecer,bastante acertada...


Mass Effect 2 es el nombre de moda en el mundo de los videojuegos. En un inicio de 2010 espectacular a nivel de juegos –y lo que queda por llegar- la secuela de la ópera espacial de Bioware se ha ganado todos los focos de la industria. Metacritic, los encargados de recopilar las notas de la prensa especializada, se preguntaba la semana pasada , respecto la nueva aventura de Shepard, si estábamos ante el juego del año en pleno mes de enero. Los números justifican semejante osadía: 96 de media después de más de ochenta análisis internacionales. No han sido los únicos. Diversas publicaciones de prestigio no han dudado a la hora de compararlo con el gran nombre de 2009, Uncharted 2, o preguntarse si realmente hay rival para Mass Effect 2 en los once meses que restan para terminar el año.

¿Víctimas del excesivo hype que hay alrededor del juego o motivos reales para tal alabanza extrema? Más bien lo segundo. Y de manera totalmente justificada. Después de acabar inmerso en la misión suicida del comandante Shepard durante sesiones en las que uno nunca encuentra la hora para cerrar la consola, Mass Effect 2 demuestra, simplemente, que es el camino a seguir en el mundo de los videojuegos. La experiencia que supone el juego a todos niveles da motivos suficientes para que su fórmula se copie y se explote por el resto de las compañías. No se trata de compararlo con un juego concreto, porque va más allá. Se trata del concepto; de la base jugable que se pone encima de la mesa.

Mass Effect 2 abruma. Toca muchas teclas. Y lo hace con una excelencia en cada uno de sus apartados que puede desesperar a quienes quieran clasificar los videojuegos por géneros. En el futuro costará hablar de etiquetas. Y ahí radica la grandeza de la obra de Bioware. Mezcla con maestría batallas de acción en tercera persona -que aguantan el tipo ante los grandes del género- con subidas de habilidades, mejora de armas y equipamiento y clases a elegir. Hecho, además, de manera simplificada (los puristas del rol aquí tienen un pseudo-filón para la crítica) y accesible a todos. Sin contar la estrategia a la hora de usar ataques y la posibilidad de dar órdenes a los compañeros. La gran guerra que libra Marcus Fénix en Gears of War se queda corta a su lado. Y quien habla del juego de Epic Games, lo puede hacer de cualquier otro juego de acción en tercera persona o cualquier aventura. Las propuestas actuales, en lo que oferta y posibilidades se refiere, palidecen al lado de Shepard y compañía. ¿El motivo? se encuentran limitados.

Y es que no se trata simplemente de mezclar RPG y acción. Se trata de acción con sentido -dejando atrás argumentos que son meras excusas para matar sin ton ni son- y de dar un toque verosímil a nuestros movimientos. Y en eso, con el universo creado y sus personajes, no hay rival en Mass Effect 2. Y si lo tiene, seguramente se mencionaría alguna obra de la propia Bioware, expertos en la materia. Un mundo vivo con habitantes de todo tipo. Algunos podrán decir que enormes mapeados vastos en NPC (personajes no jugables) y en tareas por solucionar ya los hay. Oblivion, Fallout 3, Dragon’s Age. Entre estos juegos falta algo que sólo sirve para engrandecer el mundo de Mass Effect: el carisma de sus habitantes. Personajes profundos, llenos de sentimientos, contradicciones, historias a sus espaldas.

Las decisiones morales son la guinda del pastel en una puesta en escena madura como pocas. Nosotros decidimos cómo somos, qué queremos a nuestro alrededor. Se pasa realmente mal en según qué encrucijadas, y las dudas posteriores no desaparecen: ‘¿y sí…?’ se va repitiendo dentro de nosotros mientras nos convencemos que hemos hecho lo correcto. El punto diferencial en Mass Effect 2 es que esto no afecta a la personalidad de los protagonistas. Nosotros elegimos el camino; ellos seguirán siendo seres vivos, carismáticos, verosímiles. El poder de decisión no está reñido con tener personajes ‘reales’. Entendiendo como no real esos protagonistas que también escogen su propio camino pero no hablan; no se les ve, no se les siente.

Algunos dirán que este debate se podría haber puesto encima de la mesa con el primer Mass Effect. Sí y no. Si bien es cierto, la obra original contaba con un componente RPG más acusado, pero el equilibrio de su propuesta se resentía en los momentos de acción. Esta segunda parte los pule, sigue avanzando de manera inexorable a lo que se puede considerar el juego total y demuestra que las limitaciones que siempre hemos tomado como normales –bajo el paraguas de ser una aventura, ser un juego de acción, etc. y las convenciones que esto conlleva- ya carecen de sentido. Mass Effect 2 deja en evidencia al resto: si un personaje decide por sí solo mediante una secuencia de vídeo, no se debe a la linealidad de un género concreto. Se debe a la limitación de la propuesta jugable. Y en ese caso no se puede brillar al lado de la obra de Bioware de ninguna de las maneras. Los que se consideren aventuras de acción, shooters tercera persona, o similar, tienen mucho trabajo por delante. El concepto de juego total tiene forma y nombre.