El 23 de junio de 2007, el semanario alemán Der Spiegel publicó una entrevista con Solzhenitsyn. No es de extrañar que la reciente controversia sobre su aceptación de un premio de Vladimir Putin fuera una de las preguntas clave. La pregunta, y la respuesta de Solzhenitsyn, merecen ser citadas in extenso:
Der Spiegel: Hace trece años, cuando volvió del exilio, se sintió decepcionado al ver la nueva Rusia. Rechazó un premio propuesto por Gorbachov, y también se negó a aceptar un premio que quería concederle Yeltsin. Sin embargo, ahora ha aceptado el Premio del Estado que le ha concedido Putin, el antiguo jefe de la agencia de inteligencia FSB, cuyo predecesor, el KGB, le persiguió y denunció tan cruelmente. ¿Cómo encaja todo esto?
Solzhenitsyn: El premio en 1990 no fue propuesto por Gorbachov, sino por el Consejo de Ministros de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, que entonces formaba parte de la URSS. El premio iba a ser para El archipiélago Gulag. Decliné la propuesta, ya que no podía aceptar un premio por un libro escrito con la sangre de millones de personas.
En 1998, el país estaba en su punto más bajo, con la gente sumida en la miseria; fue el año en que publiqué el libro Rusia bajo los escombros. Yeltsin decretó que se me concediera la más alta orden del Estado. Le contesté que no podía recibir un premio de un gobierno que había llevado a Rusia a una situación tan desesperada.
El actual Premio Estatal no lo concede el presidente personalmente, sino una comunidad de expertos de primer orden. El Consejo de Ciencia que me propuso para el premio y el Consejo de Cultura que apoyó la idea incluyen a algunas de las personas más respetadas del país, todas ellas autoridades en sus respectivas disciplinas. El presidente, como jefe de Estado, premia a los galardonados en la fiesta nacional. Al aceptar el premio expresé la esperanza de que la amarga experiencia rusa, que he estado estudiando y describiendo toda mi vida, sea para nosotros una lección que nos aleje de nuevas rupturas desastrosas.
Vladimir Putin – sí, fue un oficial de los servicios de inteligencia, pero no fue un investigador de la KGB, ni fue el jefe de un campo en el gulag. En cuanto al servicio en los servicios de inteligencia extranjeros, no es algo negativo en ningún país; a veces incluso es objeto de elogios. George Bush padre no fue muy criticado por ser el exjefe de la CIA, por ejemplo.
A la pregunta de si el pueblo ruso ha aprendido las lecciones de su pasado comunista, Solzhenitsyn respondió con optimismo, refiriéndose al “gran número de publicaciones y películas” sobre la historia del siglo XX como “prueba de una creciente demanda” de un mayor conocimiento del pasado reciente. Se mostró especialmente satisfecho de que el canal de televisión estatal hubiera emitido recientemente una serie basada en las obras de Varlam Shalamov, cuyos Cuentos de Kolyma son un clásico de la literatura del Gulag. La adaptación televisiva mostró “la terrible y cruel verdad sobre los campos de Stalin”, dijo Solzhenitsyn. “No la minimizó”.