—Hace un año, en una entrevista advertía contra la posibilidad de que fuéramos rehenes de intereses anglosajones. ¿Ha empeorado la situación desde entonces?
—Hace pocos días el ministro de Finanzas francés dijo que EE UU está vendiéndonos el gas licuado cuatro veces más caro que a su propia industria. El 60% de nuestra energía llega de fuera. Estamos recibiendo mucho más de Estados Unidos. Hay que tener en cuenta que tenemos un déficit de energía importante que nos llegaba de Rusia. Pero claro, si solamente nos llega de Estados Unidos... estamos hablando de que el mero de transportarlo ya por mar a estas distancias es muy caro. Hay que licuarlo y, para ello, se debe bajar a menos 160 grados, meterlo en unos buques que son carísimos, que tiene unas restricciones enormes de navegación... Mientras, en la otra parte del mundo, en Asia, se consume el 5% de todo el gas natural y tiene órdenes de comprar todo lo que pueda. Así que, por supuesto, nos va a llegar menos y en cualquier caso, mucho más caro. En la guerra de Ucrania hay dos partes muy interesadas, Estados Unidos y Reino Unido, que son los que más presión están haciendo, los que más ayuda están proporcionando para rivalizar contra Rusia, con lo cual, evidentemente, seguimos muy sometidos a los dictámenes de este mundo anglosajón que tiene todavía mucha fuerza. Pensemos que los grandes bancos todavía son anglosajones, empezando por J.P Morgan, que es un verdadero gigante. Los grandes grupos de inversión de capital riesgo siguen siendo anglosajones. Los grandes medios de comunicación son anglosajones, que son los que proporcionan casi todas las noticias que luego distribuyen los medios, por ejemplo, español.