Nada más entrar liquidará lo público que queda, esto supondrá un aumento de ingresos extraordinarios al estado que servirá para financiar bajadas de impuestos.
Esto resultará en más dinero en circulación, aumento del consumo y producción, es decir, crecimiento económico. Un auge que generará optimismo en la población, facilidad de endeudamiento y buenas perspectivas, es decir, una burbuja.
Así que es probable que Argentina tenga unos años dorados gracias a las políticas ultraliberales de Milei. Sacarán pecho, allí y en todo el mundo los neoliberales, diciendo que lo suyo funciona y tal y cual, hablarán del milagro económico de Milei y de la libertad.
El problema llegará unos años después, cuando el dinero se acabe, cuando los inversores extranjeros quieran recuperar su parte, cuando los servicios públicos estén todos en manos privadas, cuando el estado no tenga de donde sacar dinero.
Cuando la administración reducida a la mínima expresión sea totalmente ineficiente, cuando la sociedad se estructure en una cadena de explotación en la que se haga a todos partícipes de ella, una sociedad vertical en la que si quieres ascender sea poniéndole el pie encima a otro.
Entonces llegará otro gobierno y se comerá el marrón, le tocará hacer grandes subidas de impuestos y enfrentarse a una situación de empobrecimiento máximo en la que toda la fuerza la tenga el capital, que hará lo que sea por mantener su poder y riqueza.
Entonces te dirán que la culpa fue suya, que ellos estallaron la burbuja, que ellos desataron la crisis. Se quedarán con la foto inicial para decirte que las políticas neoliberales funcionan y que el resto solo sirve para generar pobreza.
Los procesos económicos son lentos, los resultados completos de una política económica no se ven de un día para otro, menos aún en procesos grandes que implican cambios profundos.
Las políticas de Milei son pan de hoy, hambre de mañana. Tengámoslo claro. Solo así podremos desactivar la propaganda neoliberal. Argentina va camino de un agujero profundo, pero en ese camino encontrará mejoras parciales y temporales, y puede que grandes.
Si hoy hablamos solo del destino final como si se fuera a producir de inmediato, estamos haciéndole el juego a los neoliberales que podrán enseñarnos orgullosos las cifras de crecimiento que experimentará Argentina en los próximos años.