La historia es cíclica y parece que volvemos al auge de los fascismos como ocurrió en los años 30 del siglo XX, los mensajes populistas calan en la población y la falta de profesionalidad y ética de los que consideramos políticos no extremistas no ayudan mucho. Antes la gente se metía en política por vocación, dejando cátedras o trabajos en bufetes o grandes empresas, ahora se meten porque no tienen otra cosa mejor en la que trabajar. Esperemos que impere la cordura y que los extremismos de derecha o izquierda se queden en un porcentaje pequeño de la población, sino mal vamos.