Las leyes laborales modificadas por el PP mediante su mayoría absoluta parlamentaria el año 2012 (ya había empezado el señor Zapatero con la suya un poco antes), simplemente abarataron el despido (lo más importante para los intereses de los empresarios), y con ello provocaron dos olas: una, masiva, de despidos de trabajadores con sueldos dignos, y otra, más adelante, de contrataciones, también masivas, de trabajadores con sueldos muy inferiores, y condiciones casi decimonónicas.
Es decir, una vez más, y ante la falta de control sobre la política monetaria, seguimos transfiriendo renta de los más pobres, a los más ricos, y nos devaluamos internamente, ya que no podíamos devaluar nuestra moneda, como hicimos por ejemplo en el año 1993 (un 8%, tras haberla devaluado antes dos veces, un 5% y un 6%), que fue otra ola de paro tremenda, donde llegamos en 1994 a una tasa de desempleo del 24%.
Pero se salió, y con el mismo coste del despido. Coste que después no impidió que, durante muchos años, aproximadamente desde 1995 hasta el 2008, se creará mucho empleo, y se disfrutarán de condiciones económicas razonablemente buenas. Y si no se hubiera hecho la reforma laboral del PP, en el asunto del abaratamiento del despido, tendríamos ahora un número similar de ocupados; eso si, en mejores condiciones, lo que sería positivo no sólo para los trabajadores, si no también para la Seguridad Social.
En cualquier caso, esa reforma laboral, y ese coste del despido, ya puedo anticipar que no se van tocar. El PSOE ya ha dicho que derogar la reforma laboral, de entrada, no. Y ha ofrecido un brindis al Sol de un nuevo Estatuto de los Trabajadores donde, previsiblemente, se pondrán blanco sobre negro las condiciones actuales. Ni más, ni menos.
A pesar de que algunos políticos y economistas conservadores quieran presentar al PSOE como un partido de izquierdas serio y ambicioso (ojalá), en realidad es el mismo PSOE de siempre: aumentará algo el gasto público, será algo mejor para las clases populares que un gobierno del tripartito de derechas, pero vamos, que de una redestribución más ambiciosa (incluso respetando los objetivos macro acordados con la UE), o de derogar reformas laborales del PP, mejor que nos olvidemos.
Es lo que hay.