¿Sabéis qué pasa?, que cuando uno es el mejor del mundo claramente a los ojos de todos no necesita decirlo a los cuatro vientos, cada dos por tres y buscar secuaces que le den bombo a sus aspiraciones por ser el mejor.
Cuando Sampras, Federer o Nadal han estado tanto tiempo como números uno ganándolo casi todo, la gente los ha visto y reconocido. No han necesitado decir repetidad veces que son los mejores. Es mucho más fácil encontrar declaraciones hechas desde la humildad por cualquiera de ellos, que declaraciones presumiendo de ser los números uno. Mucho menos, por supuesto, antes de haber ganado nada.
Este ejemplo de tenis puede traducirse a otros deportes. Llámese el mejor Messi, selección española de fútbol o baloncesto o como se llame.
Sin embargo, cuando en un equipo que ha perdido las tres últimas ligas, que no gana una liga de campeones desde hace no sé cuánto tiempo y que tan sólo ha ganado una copa del rey después de un montón de años sin hacerlo, salen sus jugadores (Casillas, Ramos, Pepe, etc) repetidas veces a los medidos de comunicación para decir que están por encima del Barça, que ellos son los mejores, etc es porque necesitan creérselo, porque hasta ahora no han sido capaces de demostrarlo y se dedican a decirlo repetidas veces, a ver si pica alguien que los escucha y se lo cree.
Salvo en las declaraciones salidas del propio equipo y sus medios de comunicación oficiales (Marca y As como abanderados), en la gran mayoría del resto del mundo futbolístico se reconoce al Barça como el mejor equipo del mundo y en muchos casos de la historia. Son como los kamikazes que van por la autopista empeñados en que el resto de coches circulan en sentido contrario y que ellos van bien.
Perdón por el ladrillo.