Otro excelente articulo de Guadalupe Sánchez que merece la pena leer, sobre todo por juristas de reconocido prestigio.
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La fama te convierte en alguien conocido, el prestigio en alguien a quien conviene conocer. Mientras que la fama puede ser buena o mala, el prestigio confiere siempre un aura de distinción, de autoridad y de calidad. Por ello la fama admite su uso y su abuso, mas no así el prestigio, que ni se compra ni se regala: se consigue a base de trabajo, tesón, esfuerzo y dedicación.
El deterioro de la democracia española es causa y consecuencia de la degradación del concepto de prestigio en ámbitos como la política, la administración y la academia. El carné del partido y la obediencia genuflexa al líder son ya aspectos más meritorios para aspirar a un alto cargo en la Administración General del Estado que la formación, la trayectoria profesional o los logros. La consecuencia es una esfera pública preñada de mediocridad y sectarismo, que expulsa el talento y en la que prosperan los pusilánimes mendicantes.
Una intervención televisiva babeando alrededor de Pedro Sánchez al grito de «Presi, eres un icono», garantiza más contratos y emolumentos que sesudos y rigurosos análisis periodísticos. Militar en un partido y tuitear sus consignas procura una trayectoria profesional más exitosa que opositar para el sector público o emprender en el sector privado. En la España sanchista, el mérito y la capacidad no son más que tristes sinónimos del servilismo y la vulgaridad. Pero el socialismo no ha inventado nada que no existiese ya, se ha limitado a regar el terreno sembrado.
Tras la sentencia del Supremo anulando el nombramiento de la exministra Valerio por no concurrir en ella los requisitos para ser considerada jurista de reconocido prestigio, Sánchez decidió responder a lo que él considera una afrenta con una designación cuya finalidad no es otra que la de humillar al Tribunal: ha escogido para el cargo a Carmen Calvo, demostrando así a la judicatura y al mundo entero que victimizarse por razón de los genitales femeninos desde un confortable sillón ministerial basta para catapultarse a la presidencia del Consejo de Estado.
La comparecencia de la susodicha ante la Comisión Constitucional del Congreso llamada a evaluar su idoneidad no ha podido retratar mejor al personaje y a quienes la han aupado al cargo. A Carlos Flores Juberías, catedrático de Derecho Constitucional y diputado de Vox, le bastaron poco más de 13 minutos para masacrar el pretendido prestigio jurídico de Carmen Calvo, que intentó —sin éxito— aferrarse al flotador del patriarcado para no hundirse.
En una intervención que debería pasar a los anales del parlamentarismo, Flores Juberías desnudó intelectual y profesionalmente a la exvicepresidenta del Gobierno, que entró en la comparecencia regodeándose en su apariencia de reputada constitucionalista y la abandonó constatando su indigencia intelectual.
A Carmen Calvo le recordaron que su tesis no obtuvo la calificación de cum laude y presentaba más de un centenar de faltas de ortografía, que no consta que dirigiese otras tesis durante su paso por la universidad (sólo codirigió una) o que sus publicaciones en revistas científicas relevantes son inexistentes, algo que explica que sus trabajos de investigación no aparezcan citados.
Efectivamente, de los 30 artículos publicados, siete lo fueron en un semanario de información general y otros ocho en revistas publicadas por fundaciones vinculadas al Partido Socialista. Pero aún hay más, tiene artículos publicados en Quevedos —revista de humor gráfico—, en Peregrinos —revista del Camino de Santiago— y en Ánfora Nueva —revista literaria—. Pues ahí la tienen, catalogada como jurista de reconocida competencia por obra y gracia de Pedro Sánchez.
Cualquier otro se hubiera levantado y renunciado al cargo, pero no se puede esperar orgullo de quien decidió entregar su dignidad a cambio de poder pastar de forma vitalicia en el pesebre. Carmen volvió a recurrir al comodín de la victimización genital, aduciendo que sus incontables méritos para acabar con el lenguaje neutro que invisibiliza a las féminas han sido silenciados por los malvados varones. Incluso apeló a la violencia machista, utilizando el dolor y sufrimiento padecido por tantas mujeres para tapar sus mancas profesionales y formativas. El feminismo de las sufragistas ha degenerado en un artefacto útil para la promoción y colocación por parte de la izquierda de inútiles y lloronas que han abandonado el empoderamiento y apostado por la victimización.
La primacía del carné sobre otras consideraciones tales como la independencia o el prestigio ha derivado en graves consecuencias: además de la colonización ideológica, las instituciones han sido infestadas de activistas ineptos e inanes, sólo válidos para propagar mantras del respectivo partido cuyo alcance y significado ni comprenden. Por eso en España se aprueban leyes que, aunque estaban llamadas a agravar las penas a los violadores, los acaban beneficiando, o que incrementan el precio de los alquileres cuando se suponen que venían a garantizar el derecho a la vivienda. Porque premiamos con nuestros votos a inútiles que se rodean de más inútiles.