El excelente articulo de hoy de Juan Soto Ivars.
Os lo pongo integro para aquellos de la izquierda que, como de costumbre, no se rascan el bolsillo para leer y prefieren la propaganda que les mandan por las redes.
Las ventajas progresistas de traer trabajadores de países subdesarrollados
Con ser español y abrazar la idea de que la inmigración es una cosa netamente buena y beneficiosa, ayudas, despreciando por completo cualquier análisis crítico sobre el fenómeno
https://blogs.elconfidencial.com/soc...lados_3954275/
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores
Somos tan guapos cuando ayudamos! Lo bueno de la inmigración es que puedes ayudar sin hacer nada. Ayuda pasiva total. Te pides una Mahou en el pícnic y ayudas. Mojas el dedito en MDMA y ayudas. Miras a los ojos a tu match de Tinder tras impresionarla con tus proyectos y opiniones sobre el género, te ríes mucho con lo que ha dicho Ignatius y hay consentimiento: las estrellas brillan en sus ojos, te lanzas a sus labios pintados y el camarero te mira de soslayo, ¡y estás ayudando!
Basta con que gente pobre del Tercer Mundo cruce las fronteras de España jugándose la vida o quedándose tras caducar el visado turístico para ayudar. Con ser español y abrazar la idea de que la inmigración es una cosa netamente buena y beneficiosa, ayudas, despreciando por completo cualquier análisis crítico sobre el fenómeno. ¡Y no solo ayudas! Corriges y solventas con tu mera pasividad las atrocidades del colonialismo español y occidental.
No hay sensación mejor que salvar vidas sin hacer nada. Ellos toman una decisión a menudo desinformada en sus países de origen, dejan a su familia para cuidar a tu abuela con alzhéimer, inician un viaje homérico repleto de peligros que proporcionan sal a los periódicos, se ponen en manos de las mafias, se suben a una embarcación infrahumana y alcanzan Canarias, ¡pero el que ayudas eres tú, porque estás a favor! Basta colocarse en el lado bueno y quedarse ahí, quieto.
n adelante, una vez que el inmigrante se ha instalado vete tú a saber dónde, ayudar es igual de sencillo: algún tuit contra el racismo, no prestar atención, pagar tus impuestos para que servicios sociales exista, leer un hilo en X, disfrutar con la variedad de ropas y colores de Lavapiés, renovar la suscripción a La Marea y Greenpeace (porque combatir el cambio climático también es ayudar mucho a África y tampoco hay que hacer nada), y luego ya votas a Sumar o el PSOE cuando te lo digan.
Ayudar a tu abuela con demencia, a tu padre deprimido, a tu vecino con síndrome de Tourette, conlleva un esfuerzo considerable, mancharse de mierda, algo que no siempre apetece. La gente real requiere tiempo, dinero y atención, pero la gente irreal, el inmigrante, requiere solamente saber que está aquí y tener suficientes reflejos como para difamar a cualquiera que plantee un problema concreto con el modo de permanencia o la fricción social consecuente.
La gente de países depauperados y sometidos a la corrupción, el abuso y la violencia sistémica tiene derecho a desempeñar en nuestro país un trabajo de mierda mientras montamos un corto con mensaje social, escribimos una novela con mensaje social, diseñamos ropa con mensaje social, estudiamos otro máster con mensaje social, oímos pódcasts con mensaje social y vendemos cómics con mensaje social en una librería independiente donde todo lo que se oferta tiene mensaje social. La clave es que todo tenga mucho mensaje social.
Pese a que lo más importante del mundo es el feminismo y los derechos LGTB entendidos como una confortabilidad sociológica en la que las ideas fuera del canon no alcanzan tus oídos, es fundamental cubrir de clichés el abuso antifeminista y homófobo surgido en algunas capas de la cebolla migratoria para que no se vea. Se puede considerar el velo empoderante, hacer como que las mujeres de cierta etnia no viven en el medievo y adquirir una ceguera selectiva para el origen de ciertos delitos homófobos.
La clave es no someter a análisis ningún cliché. Por ejemplo: se puede sostener que no existe en España ningún problema asociado a la inmigración porque decir lo contrario es comprar el marco a la ultraderecha; se puede considerar que los inmigrantes sirven para limpiar los culos de los viejos, cosechar en Almería, asfaltar las carreteras y adecentar las habitaciones de los hospitales de la pública por subcontrata y sueldos irrisorios, es decir, considerar al inmigrante como un benéfico comedor de marrones que tú no zamparías ni loca, y seguir siendo de Izquierda Malasaña.
También se puede ser de Izquierda Malasaña y defender el top manta, en el que solo compran cosas de plástico hechas en China los gañanes cutres a la busca de la marca pija falsificada, y al mismo tiempo decir que tú estás a fuego por el pequeño comercio, que hay que pagar impuestos y gastar mucho dinero en cosas con etiqueta Bio y producto de proximidad.
También se puede ser de Izquierda Malasaña y decir que el capitalismo es fatal, la deslocalización una cosa horrenda y la falta de sindicación de la clase trabajadora un síntoma del turbocapitalismo neoliberal, y no ver que la mano de obra no cualificada es sustituida por esa gente de la que es mucho más fácil abusar, que casi nunca se sindica y que abarata los costes empresariales porque no tiene elección.
Mientras el abuelo pasea agarrado del brazo de una colombiana que lleva sin ver a su padre tres años, puedes considerarte en el lado bueno porque el tiempo que no inviertes en pasear agarrado del brazo con tu abuelo lo dedicas a escribir la letra de una canción que abrirá los ojos de esos malditos fascistas.
Y rematar con la idea posiblemente más cosificadora jamás oída mientras criticas mucho la cosificación del extranjero a base de mantras posestructuralistas: decir que vienen a pagarnos las pensiones a nosotros. ¡Tócate los cojones! Si al final el más solidario va a ser el inmigrante pobre y explotado.