Quería llamar la atención sobre la moda, políticamente correcta eso si, del lenguaje inclusivo, que comienza a pasar de lo anecdótico a lo absurdo, como el famoso "miembros y miembras".

Confundir y mezclar el genero gramatical con el genero biológico ya de por si es de una incultura supina. No imagino a ninguna persona normal molesta porque no exista el masculino de la palabra "mesa", que como todo el mundo sabe gramaticalmente es femenino.

En segundo lugar, como de todos es sabido, una de las reglas básicas del lenguaje es el de la economía lingüística, siendo uno de los principales mecanismos de evolución en lingüística. En el lenguaje, como en cualquier actividad humana, existe una tendencia natural a tratar de minimizar el esfuerzo invertido, lo que puede manifestarse en distintas maneras de abreviar, acortar o simplificar la forma de transmitir una misma información. Es decir, justo lo contrario de lo se pretende desde algunos sectores.

Tercero, los mismos sectores que propugnan el lenguaje inclusivo y que suelen presumir también de ecologismo, no han caído en la cuenta del gasto que supone en papel y por tanto en arboles a talar, que a partir de ahora se escriba todo con dicho lenguaje inclusivo. Los textos se alargarían "un pelin".

En cuarto lugar, todos los adalides del lenguaje inclusivo adolecen de un desconocimiento absoluto de una de las realidades bien conocidas por cualquier persona que haya leído un poco sobre antropología: que el lenguaje inclusivo es el retorno a la superstición.

Me explico.

Los antropólogos saben desde hace mucho que en las sociedades primitivas se da un valor mágico a la palabra, hasta tal punto que muchas consideran que decir o no decir determinadas palabras ayuda a modificar, moldear o mantener una realidad.

Superstición e ignorancia, por supuesto.

Pues bien, ahora nos encontramos en pleno siglo XXI con que muchos propugnan el tan de moda lenguaje inclusivo, en la absurda y supersticiosa idea de que modificando el lenguaje se puede modificar la realidad, exactamente igual que creen las sociedades primitivas.

Como si el hecho de que mañana todo el mundo utilizara dicho lenguaje inclusivo del feminismo políticamente correcto, evitara que un descerebrado asesine a su mujer.

Desgraciadamente eso no lo evitara, tan solo habremos entrado nuevamente en la superstición de creer que "la magia de las palabras" moldeara la realidad.

Saludos.