Si a la simple muestra de las deficiencias autonómicas en el sistema sanitario no termina de resultar convincente, profundicemos mas en la cuestión del fracaso del sistema autonomico.
Hay que partir de la base, comprensible para cualquiera, que sin unas instituciones adecuadas, el desarrollo económico y social de un país resulta insostenible.
Establecida esta premisa, mi conclusión es que el actual diseño organizacional de España su gran obstáculo para el crecimiento, no solo de la nación si no de la sociedad en su conjunto.
Sed habla mucho de reformas estructurales en materia presupuestaria, financiera y laboral, pero muy poco, de una reordenación y reorganización del modelo administrativo regional. ¿Por qué?, como ya he apuntado anteriormente el sistema autonómico se ha convertido en un inmenso pesebre del que se alimenta la clase política española en su TOTALIDAD, por eso la mayoría de la clase política no se cuestiona el sistema ya que viven de el, eso si sufragado por el erario público, es decir el dinero que nos sacan del bolsillo a través nuestros impuestos.
En mas de tres décadas con este sistema lo primero que llama poderosamente la atención es el nivel de despilfarro que podemos ver en las líneas de Ave que dejan de funcionar en las autonomías por falta de viajeros, en aeropuertos donde ni siquiera llegan aviones, cadenas de televisión regionales parta mas gloria del político regional de turno o carísimas "embajadas" regionales en el extranjero para mayor gloria del bolsillo de los amigos nombrados para regentarlas.
Así a bote pronto, tenemos mil diputados regionales y otros mil cargos autonómicos con toda la infraestructura que ello implica y que supone un coste de unos mil millones de euros.
Actualmente en España existen aproximadamente tres millones de funcionarios de los cuales aproximadamente la mitad corresponden a las autonomías.
Una estructura gestionada racionalmente y no orientada al despilfarro llegaría la conclusión de que sobrarían entre medio millón y un millón de dichos funcionarios.
Y si hablamos de la ruptura de la unidad de mercado, eso ya es punto y aparte.
Los parlamentos regionales que justifican su existencia legislando de forma autonómica, por lo que nos encontramos con 17 legislaciones distintas, absurdas, y de muestra otro botón, también sanitario. Un empresa que fabrique ambulancias ha de construir 17 tipos distintos, uno por cada autonomía ya que cada una impone su propia normativa, mientras que cuando exporta a otros países solo tiene que fabricar un único modelo. Curioso.
Y no olvidemos que buena parte de la deuda española está basada en el incumplimiento de los compromisos financieros de las autonomías.
Este fraccionamiento total y absoluto impide que se tomen decisiones lógicas, razonables y necesarias para bien general, como sucede con el Plan Hidrológico Nacional. Como resulta imposible aplicar un criterio a nivel nacional por las cuestiones autonómicas con acciones de trasvases, pues se decide construir plantas desaladoras que luego como resultan muy costosas trabajan a un pequeño porcentaje de su capacidad porque el coste de producción es diez veces mas elevado.
El sistema autonómico, y el gobierno central también desgraciadamente, destacan porque en lugar de realizar una gestión por objetivos, como se enseña en las escuelas de negocios, sacan adelante una gestión por ocurrencias.
En resumen, la mejor manera de recuperar la institucionalidad en el país y encarar verdaderamente un crecimiento económico es abolir el sistema autonómico.
Saludos.
PD: Y ahí queda el tocho.
