El testimonio del señor Trapero ha hecho mucho daño a los acusados, especialmente a los señores Junqueras y Forn, pero también a la señora Forcadell, que por primera vez se ve ligada a los acontecimientos anteriores al 1-O, más allá de su actuación como presidenta del Parlament. Sus antiguos jefes deben pensar que con amigos así, no hacen falta enemigos. Pero el señor Trapero ha cumplido con su deber como testigo, cuando no estaba obligado a hacerlo dado su situación en la Audiencia Nacional, y lo ha hecho bien, defendiendo sus intereses (y los de su cuerpo), frente a las acciones de los acusados.

Quedan testimonios por escuchar, y la exposición de pruebas y documentos, más la ratificación (o no) de penas solicitadas, y el último turno de palabra. Pero ahora mismo, parece difícil que, salvo sorprendente vuelco en contrario, la mayoría de los acusados no sean condenados. ¿A qué?. Veremos. Mi apuesta es que irá en línea con las peticiones de la Abogacía del Estado.