Paul Verhoeven, ese director holandés brillante, inteligente, un poco loco y bastante escandaloso el cual tras una más que interesante carrera local en su país aterrizó en Hollywood poniendo todo patas arriba todo. Realmente su primera producción allí fue menos sonora aunque le sirvió de calentamiento, la interesante “Flesh & Blood” (Los Señores del Acero) del 85.

Su “Robocop” del año 87 es uno de los clásicos de la ciencia-ficción de los ochenta y una película fantástica, de esas que combina diversión y entretenimiento con una historia tan lúcida como inteligente. Lo primero que sorprende de este film es como Verhoeven absorbe el libro del cine norteamericano para devolverlo como un misil crítico y destructivo en un formato para todos los públicos. No deja títere con cabeza; el poder de las corporaciones frente a los servicios públicos, la cultura de la violencia, las drogas como forma de control, la despersonalización del ser humano enfrentados en una confrontación biotecnológica entre directivas de programa y sentimientos… un cóctel fabuloso basado en un guion maravilloso. Hiper violenta, descacharrante, visualmente explosiva y con un diseño de producción extraordinario, entre ellos unos efectos especiales remarcables para la época. Desde el propio diseño del Robocop (ese culito respingón), sus poses pistoleras de cowboy, esa voz sintetizada de ascensor de centro comercial… y su adversario meramente electro mecánico, unos robots para el control público en que cada chapuza es el preludio de una carnicería. Escenas tan cómicas como sangrientas y sádicas (el concejal que no quiere abandonar su puesto, el dispara a la entrepierna de la mujer para descapullar al violador…



Verhoeven realizó más incursiones en la sci-fi con bastante éxito con la adaptación de un relato de Philip K. Dick (Total Recall) y la fantástica y seminal “Starship Troopers” de uno de los autores más importantes del género, Robert A. Heinlein, que alguna vez revisaremos, especialmente esta última.

¿Showgirl?, ya veremos.

Saludos