Muere Ray Harryhausen, el mago de los efectos especiales
Acostumbrados como estamos a los efectos digitales y al 3D, parecen haber caído en el olvido aquellos precursores que, en anteriores épocas del cine eran capaces de crear la magia de la fantasía del celuloide con sus propias manos. Verdaderos artesanos que, en base a un trabajo minucioso, conseguían hacer creer a la gente en otros mundos y en las más insospechadas criaturas.
Ray Harryhausen fue uno de esos magos cuyo trabajo, fotograma a fotograma, lograría que King Kong o Godzilla cobrasen vida ante las sorprendidas miradas de los miles de por entonces ilusionados espectadores. Harryhausen no tenía a su mano una tecnología ni siquiera cercana a la actual, basada en la tecnología, sino que sus creaciones tenían su base en la manualidad artesanal, lo que las dotaba de una cualidad física y tangible frente a la mayor frialdad de las técnicas digitales.
«Sin Harryhausen no existiría Star Wars», diría George Lucas, uno de sus más acérrimos seguidores, entre los que también estaban Spielberg, John Landis o James Cameron. El último de esta escuela de la animación que Harryhausen abanderó fue Peter Jackson, que durante su carrera no ocultó su admiración e influencia por parte de uno de los primeros magos de los efectos especiales. El Señor de los Anillos era, según Jackson, su «película Harryhausen». También Tim Burton admitió haber hecho su homenaje personal al animador estadounidense, en su cinta Mars Attacks!
Harryhausen consiguió durante su carrera un Óscar a los mejores efectos visuales por King Kong y un BAFTA por su trayectoria. Entre sus mejores creaciones están el gorila más famoso del cine, King Kong; el reptil gigante Godzilla o los esqueletos que cobran vida en Jasón y los Argonautas.
Ray Harryhausen murió este martes a los 92 años de edad, según ha informado su familia a través de sus cuentas de Twitter y Facebook. Hace tres años, Warner Bros. decidía utilizar la animación digital en un remake de una de las obras más célebres de Harryhausen, Furia de Titanes. El filme, a pesar de sus elaborados efectos digitales, fue un fracaso crítico. Prueba de que las más avanzadas técnicas no pueden, en muchas ocasiones, competir con el más esmerado, creativo y laborioso trabajo artesanal.