Cita Iniciado por Gromit Ver mensaje
Hola, me llamo Iñigo Montoya. Tu mataste a mi padre. Preparate a morir!
Esa película es una fuente inagotable de diálogos memorables y citas míticas. Una de las obras donde William Goldman (uno de los guionistas pata negra del Hollywood de la segunda mitad del siglo XX) se lució demasiado adaptando una novela suya llamada del mismo título. La película y los actores están muy bien, pero la calidad del texto es insuperable. Es algo inusual, un cuento poblado de unos personajes estereotipados que parece ser conscientes de los roles que interpretan (y así se lo hacen saber al público) mientras se debaten entre el escepticismo y la resignación sin renunciar al humor algo irónico pero nada destructivo. Ser capaz de tejer algo tan complejo sin recurrir a la parodia o la astracanada es más difícil de lo que parece. Sin embargo es una historia romántica muy sincera. La escritura tiene un aire Shakespeariano sobre todo en el libro, con esas hipérboles tan brillantes como exageradas al borde del ridículo. Algunas que me vienen a la memoria, aunque las confundo entre las del film y las de la novela, que recomiendo leerla a todo el mundo que le gustara la película:

Piensa en mi como una alternativa al suicidio (El malvado príncipe a la princesa prometida)

¿Qué culpa tengo yo de ser el más grande, el más alto y el más fuerte?, si ni siquiera hago deporte (el gigante)

Te lo voy a explicar con palabras pequeñas para que lo puedas entender bien, bufón de cara de puerco.

El gigante sorprendido de que en una pelea con el héroe no haya conseguido vencerle rápidamente; ¿Por qué me das tantos problemas?, el héroe le responde ¿A qué crees que se deberá...?
El gigante: No sé, llevo mucho tiempo sin pelear con un hombre solo, me he especializado en grupos.

La princesa al héroe cuando era un simple sirviente de ella;

Puede resultarte sorprendente, pero te amo desde hace pocas hora. Hace apenas una hora pensaba que te amaba como ninguna mujer ha amado a un hombre, pero media hora después comprendí que no era nada comparado con lo que te amaba después. Pero pasados diez minutos supe que todo eso no era más que un charco con lo que sentí, un mar embravecido en medio de la tempestad.


Saludos