Antes que nada, vaya por delante que la trilogía de Raimi no despierta en mí ninguna simpatía (más bien todo lo contrario: rechazo total, desde la primera hasta la última), por lo que la idea del reboot se presentaba como una oportunidad única para ver, por fin, un filme de Spider-Man en condiciones.Y los que compartimos dicha opinión (una escasa minoría), estamos de enhorabuena porque esta oportunidad ha sido bien aprovechada.

“The Amazing Spider-Man” es puro entretenimiento, sí, pero del bueno. Sin prisas pero sin pausas, y apostando no sólo por la espectacularidad de sus escenas de acción y sus efectos (lo habitual en este tipo de cintas) sino también por el desarrollo dramático de sus personajes.Lo más sorprendente de todo es que la primera escena de acción propiamente dicha (sin contar las primeras exhibiciones de superpoder de Peter Parker) no aparezca hasta la hora y cuarto, aproximadamente (la secuencia del puente y el primer enfrentamiento entre Spider-Man y el Lagarto). Y durante ese tiempo previo la película funciona de maravilla.

Y es que “The Amazing Spider-Man” se compone tanto de acción (en su tramo final, sobre todo) como de drama y también romance (amén de las generosas y acertadas dosis de humor). Y nada chirría ni nada sobra.

¿Era necesario una hora de introducción?. Quizás no. ¿Se echa de menos más acción a raudales?. Probablemente. ¿Ha valido la pena el sacrificio? Rotundamente sí.

Marc Webb, director de la estimable “(500) Days of Summer”, no parecía, a priori, el tipo de director que uno elegiría para un proyecto de esta clase, pero tras su visionado es cuando uno se da cuenta del por qué de dicha elección.

Y es que tanto él como sus guionistas han sabido construir la trama alrededor de sus personajes y no al revés, y de ahí que el drama y el romance funcionen del modo en el que lo hacen.

Citaba un crítico americano que éste es el “Spider-Man para la generación Crepúsculo“. No podría estar más en desacuerdo con una afirmación que considero tan desafortunada como gratuita (amén de peyorativa).Como si hoy día toda película que incluyera un romance juvenil debiera ser comparada, por defecto (e imagino que por cercanía en el tiempo), con la obra de Meyer.

Pero Crepúsculo no inventó el romance juvenil (en todo caso lo mancilló), y cinco minutos de flirteos o carantoñas entre Parker y Stacy seguramente valgan más que toda la saga de los vampiros luminiscentes.

Principalmente porque sus responsables han sabido cómo manejar esos coqueteos no sólo para que no nos indigesten sino para que resulten amenos y sean una parte fundamental de la historia (de no ser así, el encuentro bajo la lluvia entre Parker y Stacy caería en saco roto y, en cambio, nos duele tanto como les pueda doler a ellos).

En algún momento puede sentirse “The Amazing Spider-Man” como un amago de película romántica, pero nada más lejos de la realidad.

El romance no es en ningún momento el motor de la trama. Durante buena parte del tiempo, lo que mueve a Parker es la venganza, pero cuando logra entrar en razón, la motivación de hacer lo que es correcto es lo que guía sus pasos. Y Gwen Stacy está en medio del meollo porque la trama y el protagonista la necesitan ahí más que nunca.

La base en la que se construye este reinicio es la desaparición de los padres de Parker, lo cual se relaciona directamente con Oscorp y, por ende, con Norman Osborn. Y esto ha de servir para sustentar lo que viene a ser la nueva franquicia, es decir, que la citada “historia jamás contada de Peter Parker ” queda dividida en varias partes (por el momento dos, que sepamos), siendo esta primera película sólo el principio de ese relato.

Aquí y ahora, el que centra nuestra atención es el Dr. Curt Connors, un hombre con buenas intenciones pero que trabaja para el hombre equivocado. Y esas buenas intenciones finalmente se convierten, bajo presión, en una ambición y egolatrías desmesuradas, deviniendo así en un “mad doctor” que juega a ser Dios y al que sólo puede detener nuestro protagonista.

Sus enfrentamientos gozan de la espectacularidad que se le exige a una superproducción, por lo que en ese sentido, Webb no desentona en absoluto.

Es más, consigue impregnar el resultado final de un look muy comiquero que favorece a muchas secuencias, no sólo las de acción.

Los movimientos de Spidy, tanto en combate como en sus quehaceres diarios, son más dinámicos y arácnidos que nunca (sus movimientos, sus poses, sus piruetas…). Hay un elaborado trabajo coreográfico detrás, y eso se nota en cada detalle.

Incluso el tan criticado traje no sólo tiene su razón de ser (vemos de dónde surge la idea de la licra y más o menos cómo se lo fabrica), sino que además acaba integrándose a la perfección. ¿Que el traje que lucía Maguire era idóneo?. Quizás sí, pero había que cambiarlo, y el resultado no es ni mucho menos a peor.

En lo que sí ganamos y mucho es en interpretación. Parker nunca ha sido un chico popular, y no lo es aquí, pero tampoco es un completo pringado con cara de atontado todo el rato (lo siento por Maguire, al que considero un buen actor pero un nefasto superhéroe).

Los guionistas han acertado con el tono y el look, y Garfield ha hecho el resto, erigiéndose un Peter Parker extrovertido, serio cuando toca y muy humano (al igual que en los comics vemos como se burla de los delicuentes que atrapa,cosa totalmente ausente en la anterior trilogia). Además de sufridor, tanto en lo físico (si pilla hostias vestido de Spider-Man, éstas se notan después) como en lo emocional, aunque aquí quién más sufre es la pobre Tía May, que se pasa toda la película con lágrimas en los ojos.

Igual de bien funcionan el resto de personajes, desde la encantadora Gwen Stacy en la piel de una teñida -por muy rubia natural que sea- Emma Stone (la actriz joven con mas talento en la actualidad), hasta el dual Dr. Connors de Ifans, pasando por el testarudo pero honesto Capitán Stacy (Denis Leary).

Los personajes son el pilar de esta “The Amazing Spider-Man”. Importan y nos implican en la historia, y de ahí que algunos segmentos resulten realmente emocionantes (la travesía entre las grúas). Sin esa implicación emocional se quedaría en un mero pasarratos. Probablemente disfrutable, pero sin mucho calado.

E insisto: la película no tiene absoluta dependencia de las escenas de acción. Puede prescindir de ellas durante buena parte del metraje sin que el espectador deje de disfrutar y, lo que es mejor, sin que las eche de menos.

Y eso sólo ocurre cuando la base, el guión, está bien trabajado; cuando se siente que una película de superhéroes puede ser más que chascarrillos (que los hay) y toneladas de pirotecnia.

No hace falta sucumbir al tono oscuro y realista de Christopher Nolan (que juega en otra lista distinta, y desde luego admirable) para conseguir un filme de superhéroes satisfactorio a todos los niveles.

Así pues, quiénes jamás comulgaron con la versión de Raimi están de enhorabuena: esta es la película del trepamuros que estaban esperando.

A los fans de la trilogía anterior no puedo sino recomendarles que dejen los prejuicios en casa y se dejen llevar por este excitante espectáculo. Pocas veces un reinicio se ha mostrado tan inspirado (y en opinión de quién esto escribe, justificado), así que bienvenido sea este “semi-nuevo” Spider-Man.


P.D.: No salgáis pitando de la sala. Hay escena durante los créditos.