Si te compras un vino tinto de 15 eurillos seguro que satisfara tus pretensiones y estará rico, rico. Pero resulta que hay una bodega que lleva tiempo haciendo otro al que le ha sacado ya mucho rendimiento y además como no quiere perder cuota de mercado que le están quitando los nuevos ricosse permite el lujo de vender más barato que ellos. Lo pruebas y te gusta, los dos te gustan, pero como uno de ellos tiene una red de ventas y una campaña de marketing bestial pues te lo dan a probar en más vinotecas y además en una copa de cristal finísimo y acompañado de un buen jamoncito, como para decir que no está bueno. El otro, si preguntas por él, te lo dan a probar en un vaso de cristal (sin lavar) y a pelo, es que ya casi no te sabe.
Si te encuentras a un buen someliere te explicaría los matices de ambos, con la misma copa y en las mismas circunstancias. Cambiaría la cosa y, a lo mejor, le encontrarías mejor los aromas a ese otro vino que estaba al fondo a la derecha en una vitrina vieja y cutrañosa.