Empezando por el principio: lo que un altavoz precisa, para dar mayor o menor volumen, no son vatios ni amperios, sino voltios. Es la diferencia de voltaje entre los polos de su bobina/imán hará que desplace el cono del altavoz con mayor o menor intensidad.
El amplificador, para conseguir determinado número de voltios (o volumen), tendrá que enviar una corriente alterna por un sistema con determinada impedancia (resistencia), utilizando la intensidad de corriente precisa (amperios) y, con ello, desarrollando la potencia expresada en vatios.
En base a la ley de Ohm (
V=I x R) a mayor
Resistencia (impedancia en corriente alterna) menor
Intensidad de corriente (amperios) se precisa para conseguir el mismo
Voltaje. Por ello a menor impedancia (R) mayor valor de amperios (I, y para el caso vatios) hay que aplicar para mantener el mismo voltaje.
Pero, junto a impedancia de los altavoces, es muy importante que nos fijemos en su
sensibilidad (expresado en decibelios de presión sonora, medidos a un metro del eje del altavoz tras aplicar 2,8 voltios -o un vatio a 8 Ohm), a mayor sensibilidad mayor rendimiento de la potencia, mayor volumen conseguimos con la misma. Por ejemplo: la diferencia de un altavoz de 86 dB/w/m de sensibilidad a otro de 89 dB/w/m, a igual impedancia, es que para el primero tendremos que utilizar el doble de potencia para oirlo igual de fuerte que para el segundo.
Y ese "fuerte" va a depender de la necesidad de volumenes altos mantenidos como sería el caso de distancia al punto de escucha muy grande, niveles de escucha altos, horarios con ruido ambiente, tipo de música (cámara vs. sinfónica) y nivel presbiacusia

.