Las primeras grabaciones con un canal central específico se realizaron en los albores de los 50, quedando pronto superadas al conseguirse matriciar (mezclado) adecuadamente el canal central en los dos canales frontales, sin pérdida de sensación estéreo (aunque aún podemos obtener esas grabaciones en las reediciones en SACD 3.0 de la serie RCA Victor Living Stereo).
En el cine, en los 70, las primeras grabaciones multicanal llevaban el sonido del resto de los canales matriciado en los dos canales frontales (Dolby Estéreo), pues solo estos cabían en el ancho de la película (como sabéis el film tiene una pequeña parte dedicada a la señal de audio), lo que limitaba la cantidad de información a incluir.
Los laboratorios Dolby se plantearon varias soluciones, una, suprimir aquella información que no somos capaces de percibir o diferenciar, según los estudios de psicoacústica. Otra, dado que la mayoría del espacio era requerido por la información analógica de las frecuencias graves, y que estas frecuencias eran omnidireccionales (y por tanto no se puede saber el punto de origen), decidieron sustraer de cada canal el sonido inferior a 120 Hz y sumarlos en un canal específico aparte, al que a su vez reducirían en 12 decibelios para que aún ocupara menos, pudiendo así crear 5 canales discretos + 1 para esos sonidos graves, el canal LFE, el 5.1 que todos conocemos.
Como consecuencia, los altavoces podrían disminuirse también de tamaño, pues solo precisan reproducir señales superiores a 120Hz, creando los altavoces satélites de mejor acomodo en los hogares y el subwoofer, con autoamplificación, disminuyendo de esa manera las necesidades de potencia (y el coste al fin y al cabo) del amplificador multicanal.
Y, en tanto las frecuencias que más representan la voz, los diálogos, podrían estar menoscabadas con esos tamaños y potencias de los satélites frontales, aconsejaban un tercer altavoz, central, de refuerzo