
Iniciado por
GSeoane
Alguien se ha preguntado, diferencias de equipos y sus diferentes costes al margen (ya se que es difícil) por que percibimos diferencias de calidad en la escucha casera entre unas grabaciones y otras. Y por que es diferente a su vez si se trata de solistas, de complejos grupos electrónicos, o de grandes masas orquestales, o nos parece mejor esta calidad al escuchar instrumentos acústicos, pequeñas formaciones de jazz, cuartetos de cuerda, etc.
La frecuencia, y el proceso de digitalización, tienen mucho que ver con ello. Alguien lo recordaba en parte al hablar de las chapuzas en las grabaciones, chapuzas que apenas sucedían, en comparación, en lo analógico, y que, tecnología incluida, cada día suceden más.
El ejemplo de los sonidos acústicos en lo digital es un buen ejemplo, y muy bueno para ver la diferencia con lo análogo. Este tipo de sonidos no se centran en frecuencias por encima de los 10 kHz. Por lo tanto en el recorte que se aplica, y no nos olvidemos, se aplica, suele recoger toda la información relevante. Cuando vamos a muestras de 32 kHz, o de 22 kHz, por un poner, los equipos domésticos modestos lograran una reproducción que nos parecerá satisfactoria, mientras que los de alta calidad revelaran los numerosos problemas. En fin... a veces es complejo indicar que no todos los componentes digitales nos suena igual, aunque hay gente que insiste en ello incluso con aportaciones técnicas.
Es cierto que los nuevos componentes de audio digital, entre otros los conocidos como “servidores musicales de alto nivel”, apuestan decididamente por soluciones de alta resolución para mitigar esto, logrando sobre todo beneficios en baja frecuencia, donde es necesaria una gran precisión, e inconvenientes añadidos en casi todo lo demás. En un mundo donde la resolución, la pegada, o la definición o la claridad, etc. es lo que gusta, o nos han hecho gustar, pues nos quedaremos muy contentos, pero cada día más un cuarteto de cuerda sonara más diferente a como nos suena en directo, y antes esto nos pasaba mucho menos.
y no perdamos de vista, a pesar de que poco más arriba nos invitaban a que lo olvidáramos en todo el circuito de conversión, que alimentamos al circuito todo el rato con la cadena de números que hemos convertido en voltajes. Eso sí la onda la hemos ido redondeando con trampas (filtro va filtro viene, un añadido más para corregir lo que no necesitaba esta corrección. por eso se suelen llamar filtros de reconstrucción), para parecerse a la analógica y ni con esas. la onda original sigue siendo más fiel al sonido natural que hemos grabado, eso sí, la resolución, muchas veces artificial, es mayor en el resultado digital, incluso a veces artificialmente mayor que el sonido natural que vamos a grabar.
Y, como en un coche que vemos por la tele girando las ruedas (extrañamente, las ruedas parece que aceleran, después se paran y de pronto comienzan a ir al revés sin que el sentido del vehículo cambie) cuando dividimos el tiempo continúo en tiempo discreto estamos introduciendo una distorsión más a un hecho real (el alias). En audio digital existe el mismo problema que también nos animamos a corregir con frecuencias de muestreo muy altas. Pero, es verdad, tenemos reproductores sin filtros, es curiosos ver que la mayoría de las criticas a los mismos, de supuesto especialistas y aficionados, es que suenan muy analógicos , muy naturales, nada artificiales ni metálicos. Viva la definición y la pegada, muerte a los armónicos y demás.
En fin, calculo que a estas alturas pocos lectores me quedan, pero espero que los que me quedan entiendan ya lo que quería decir.
Lo digital en el audio se ha conformado durante años, para mucha gente (la industria además nos ha convencido de ello a costa de nuestra educación del gusto y dinero, y de lo poco que comparamos ya esto con el directo analógico, que lo hay), como un paradigma de perfección donde, por naturaleza, no cabían errores, ni confrontaciones con un pasado analógico que se declaraba superado en todos sus aspectos.
La señal de audio digitalizada se convertía en sonidos contrastablemente equiparables al original, y sin degradación posible a lo largo de toda la cadena que conforma la grabación y posterior reproducción. Un conjunto de bits conservado tenía que ofrecer al emisor, idéntico sonido que el recogido. Pero no es así.
Y ahora la reflexión sobre los cables...