Desde que Stallone hiciera Los mercenarios y Willis se enfrascara de nuevo en la piel de John McClane, el cine de acción parece que quisiera poco a poco volver a los 80 (incluida la última del de nuestro Austriaco preferido). Pero son pocos los actores que puedan llegar a ser tan carismaticos como los de antaño. Tan pocos, que Jason Statham quizá sea el único actor que pueda realizar películas como aquellas ochenteras, lleno de hormonas, sin necesidad de efectos para liarse a palos contra verdaderas organizaciones criminales y dispuesto a disparar las más disparatadas armas.
La pena es los nuevos trabajos de Schwarzenegger, Stallone, Willis y Statham, y sus pobres resultados, demuestran que el éxito de Los Mercenarios es más debido al espíritu de reunión que al hecho de que aún quede un gran público para este tipo de cine. Relegado a una serie B, destinada para un público muy concreto, cada obra, aunque cada vez sean menos, y muchas, por su más que dudosa calidad, se vean relegadas a estrenarse en video, llega con la idea de prometer convertirse en una obra de culto.
Parker es una película de acción puramente simplista, toda ella se resume en una traición y su consiguiente venganza. No hay nada que se salga de ese patrón esquemático, pero esto nunca se convierte en un problema importante, puesto que la película tampoco apuesta por ir más allá. En cambio, y pese a su simplismo, y una duración que tampoco es especialmente corta (rondando las dos horas de duración), jamás deja de ser un espectáculo de lo más entretenido. Entregándose, eso sí, en cuerpo y alma, al desbordante carisma de un Statham que conquista la película por sí mismo.
Statham funciona siempre, ya sea luciendo su sonrisa, siendo terriblemente magullado, repartiendo hostias de manera incesante o compartiendo pantalla con una Jennifer López con la que además muestra una química extraordinaria. La cinta no necesita de más, sabe que su mejor reclamo es la estrella de acción, y éste aprovecha su vehículo de lucimiento para dar una nueva muestra de carisma y demostrar que él es el único heredero que queda de ese cine de los 80 que cada vez tiene un público más reducido.
Con la testosterona por las nubes, la verdad es que la película necesita poco más, pero Hackford vuelve a demostrar su buena solvencia tras las cámaras y que tiene un estupendo temple. La mejor prueba de esto nos la encontramos en la escena que abre la película, un atraco excepcionalmente orquestado, del que no conocemos ningún dato y los pasos van a saliendo a la luz haciendo al espectador partícipe del montaje rápidamente.
Aprovechando también esto para dar una rápida definición de los personajes y mostrando que tras ese protagonista, cuya profesión es de una más que dudosa ética, existe un ser humano con unos principios muy claros y con madera para ser el héroe de la función. Parker es entretenimiento puro, da todo lo que se puede buscar en una película de estas condiciones, un gusto por la acción incesante y muchísimo sentido del humor. Quizá cada vez sea más reducido el público para el que estas películas van dirigidas, pero con películas como ésta queda claro que Statham es una de las principales bazas para conseguir que vuelva a la cumbre.