No se si aquí va bien, pero me ha gustado este artículo de GQ sobre como crear necesidades en donde no las hay, de como "convencernos" de lo que ayer mismo era insuperable y necesario, hoy no lo es o hay que dar otra vuelta de tuerca, en fin ...
Saludos.Si conservas algún viejo televisor de aquellos que tenían culo, corre a desempolvarlo, porque los televisores con la pantalla curvada vuelven a estar de moda. Es cierto que la curva ahora es hacia el otro lado, hacia dentro; pero tampoco vamos a perdernos en los detalles. Si te preguntas qué ventajas ofrece un televisor con la pantalla curvada, ponte a la cola de los que quieren averiguarlo. La explicación más sencilla de su existencia, la explicación que probablemente es la correcta, es que ahora se pueden fabricar pantallas así y antes no. Excepto cuando no podían ser de otra forma, como sucedía con los televisores que nos criaron. Esos que más tarde aprendimos a rechazar; primero en favor de los televisores convencionales con pantalla plana y después con las pantallas planas de verdad, las del sonido lamentable.
Al parecer, las mismas virtudes que tenían entonces las pantallas planas ahora se atribuyen a las curvadas: mejor experiencia, imagen inmersiva, el cine en casa, etc. Y tú todavía pagando esa pantalla plana que no es más que una máquina de hacer reflejos molestos.
Pero uno no es escéptico por naturaleza, sino por experiencia y sospecha de cualquier tecnología que resuelva un problema que no existe. O que requiera hipérboles publicitarias y de un periodo de adaptación. Aunque uno se acaba acostumbrando a casi todo, los periodos de adaptación suelen devenir en decepción. También el 3D era hiperbólico –prometía las mismas experiencias inmersivas y de cine en casa– y requería un periodo de adaptación que años después todavía dura. Mientras tanto, millones de pares de gafas ven en 3D cómo pasan los días, desde el fondo de un cajón del aparador.
Muy probablemente también ocurre que esta sucesión tan rápida y radical en tecnologías tradicionalmente más pausadas y con ciclos de adopción más bien largos acaba resultando cansina; anestesia al público y logra que pierda el interés. Por si fuera poco, cada truco nuevo viene envuelto de la niebla espesa que son las siglas, los peros y las incompatibilidades. Lo anterior no quita que los televisores curvos tengan por ahora el beneficio de la duda. Y opines lo que opines preventivamente sobre ellos, cuando los tienes delante impresionan y bastante, en parte debido a que está en nuestra naturaleza impresionarnos con lo que es nuevo y brillante.
Con todo esto de las teles 3D, las pantallas curvadas y la Smart TV –eso de que el televisor pueda ejecutar aplicaciones y navegar por internet–, los fabricantes parecen olvidar que en general el televisor no es un producto de uso individual y que habitualmente además se mira fugazmente o a la vez que se atiende a otras cosas. Que utilizar unas gafas 3D sean un requisito y que limitar el número de espectadores al número de gafas o al ángulo de visión de una pantalla curvada es algo que, de entrada, va en contra del hábito de ver la tele.
Algo parecido sucede al utilizar aplicaciones en un televisor: no sólo pondrá a prueba la paciencia del más estoico, también resulta del todo inoportuno si hay más personas pendientes de la misma pantalla. No tiene mucho sentido acceder a Facebook en una pantalla de 50 pulgadas delante de toda la familia. Parece más razonable, e incluso más prudente, acceder a Facebook en la intimidad que da un teléfono móvil con la pantalla curvada.