Cuando un dirigente de ultraderecha como Ortega ensalza a alguien que decía que debían romperse las urnas, no habla en nombre de sus votantes. Echan en cambio a los que tienen pasado neonazi o chanchullos que dan mala imagen.
En Brasil han empezado a hacer lo mismo porque de lo que se trata es de ampliar la base de votantes.
Aunque en el fondo sigan pensando lo mismo.