En cuanto al tema de quemados en los plasmas, no tienes que preocuparte, era algo habitual en los primeros modelos de plasmas y cuando se dejan imagenes estaticas durante muchas horas, pero este aspecto se ha mejorado mucho.
De todas formas, vuelvo a incluir un articulo muy interesante publicado al respecto hace unos meses en Meristation :
¿Qué pantalla comprar?
En la página anterior queda claro que no hemos de dejarnos cegar por las especificaciones que pegan los comerciales sobre las pantallas en las tiendas. Al igual que los PC durante mucho tiempo se han vendido sólo informando sobre la velocidad del micro y la cantidad de RAM, en las pantallas de última generación sólo nos informan de la resolución y con suerte de la luminosidad y el contraste. Además de estos apartados, muy importantes también, hay otros muchos que determinan la calidad final de lo que vamos a ver en pantalla. Lo triste es que toda esa información no la tienen en tienda alguna y hay que recurrir a sitios muy especializados de la Red, dominando perfectamente el inglés, para poder formarse una opinión lo más completa posible sobre cada producto.
En todo caso, vamos a intentar dar unas nociones mínimas sobre lo que diferencia a una buena pantalla de una mediocre.
¿LCD o Plasma?
La pregunta del millón. Hasta hace poco menos de un año la respuesta era muy evidente; todo dependía del tamaño que buscásemos. Si somos de los afortunados que disponemos de espacio para cualquier pantalla sea del tamaño que sea, es el precio el que nos marcará la más grande que nos podemos permitir. Si bajo esas premisas el tamaño elegido eran las 42 pulgadas o mayor, la respuesta era el plasma. Si no podíamos permitirnos algo tan grande, deberíamos optar por el LCD.
Pero no podía ser tan fácil y en el último año han aparecido pantallas LCD de 43”, 46”, 50”… así que el tamaño ya no nos condiciona. La segunda gran diferencia eran las conexiones. Los LCD desde mucho antes que los plasma contaban con conexiones digitales DVI, lo que las hacían más apropiadas para usuarios de PC. La llegada de la conexión HDMI propicia que ambas tecnologías cuenten con las mismas posibilidades de conexión, así que tampoco nos sirve.
Sin condicionantes objetivos que nos dirijan a una u otra opción, tenemos que empezar a buscar otros más subjetivos, del tipo de que “se vea mejor o peor”. Decimos que son subjetivos porque dos personas ante una misma proyección en un plasma y un LCD pueden disentir sobre cuál se ve mejor. Y es que aunque las diferencias en la imagen sean evidentes, a cada cual le puede gustar una u otra.
En teoría una escena sobre un LCD resulta mucho más definida, más “viva”, mientras que el plasma ofrece más contraste y una paleta de colores más natural. En las páginas siguientes vamos a ver punto por punto las ventajas de cada tecnología.
Resolución
En nuestra opinión esta es la gran baza del LCD ahora que tanto se va a hablar de alta definición. Mientras que sólo algunos plasmas de 42” alcanzan los 1024x1024, los LCD de ese tamaño se mueven ya por los 1920x1080. A comienzos de este 2006 lo más extendido son los plasmas de 1024x720 y LCD de 1366x768 pero es mucho más fácil para el cristal líquido que para el plasma seguir mejorando en este aspecto. Según nuestra opinión, es la diferencia más determinante entre ambas tecnologías.
Brillo
Al igual que con el contraste, no es una valor que podamos considerar del todo determinante, pero no por el hecho de que carezca de importancia, sino porque se valora de forma muy diferente de un producto a otro. Partamos de que el brillo es fundamental si queremos tener una buena visión de la pantalla con luz ambiental. Una pantalla con un bajo nivel de brillo nos obligará a apagar las luces o cerrar las persianas para verla con claridad. Cuanto más brillante sea la escena, menos influirá sobre ella la luz ambiental. El problema llega en las especificaciones de cada fabricante. Hay fabricantes que hacen las mediciones del brillo de sus pantallas con una imagen totalmente en blanco mientras que otros optan por una imagen en un gris neutro. Evidentemente, en una misma pantalla el brillo será mayor con la pantalla totalmente en blanco que en gris, pero es esta última situación la que más se acerca a las condiciones reales de uso de la pantalla.
Bajo estas premisas las pantallas de plasma publicitan mayores niveles de brillo, situándolo alrededor de las 1000, 1500 candelas por metro cuadrado, mientras que un LCD medio ronda las 400 ó 500 candelas. Sin embargo si atendemos a pruebas realizadas por terceras empresas como los laboratorios VNU comprobaremos como el brillo en ambas tecnologías es muy similar, si bien sí que existe una pequeña ventaja hacia el plasma.
Contraste
En esta ocasión sí que hay una ventaja clara para el plasma y se debe a cómo funciona cada tecnología a la hora de oscurecer una parte de la escena. Mientras que en las pantallas de LCD son los cristales líquidos los que adquieren opacidad para impedir pasar la luz que “sobra” en una pantalla negra, en el plasma cada célula es “excitada” eléctricamente sólo hasta alcanzar el brillo adecuado o el negro “verdadero”. Así, el plasma reproduce cada color exacto mientras que el LCD no llega a conseguir evitar del todo el paso de la luz a través de sus cristales. Las diferencias se hacen evidentes en una secuencia oscura, con muchas tonalidades de negros y marrones. Sencillamente el negro se ve gris. Lo mismo ocurre en menor medida en el resto de colores, más naturales y exactos en el plasma.
Ángulo de visión
Otra de las bazas del plasma frente al LCD. La tecnología LCD se basa en la luz que se proyecta sobre los millones de unidades de cristal líquido, mientras que el plasma es cada “célula de fósforo” la que brilla con luz propia. Esto permite que sea posible mirar un plasma desde cualquier posición y ver la imagen con todo su brillo y definición, mientras en los LCD la mejor calidad de visión se obtiene mirando de frente a la pantalla, perdiendo mínimamente definición a medida que aumentamos el ángulo de visión hasta llegar casi a la perpendicular, en un ángulo de unos 160 ó 170 grados, en los que ya no vemos nada. Este problema es realmente importante en los retroproyectores (aunque no en los nuevos DLP) pero en el LCD pierde casi toda su importancia para cualquiera que ponga su pantalla en una ubicación “normal”.
Esta forma de generar la imagen también crea otra pequeña ventaja a favor del plasma. En estas pantallas la luminosidad de toda la pantalla es prácticamente la misma, mientras que en las LCD hay una mayor luminosidad en el centro de la pantalla que se va perdiendo a medida que nos vamos alejando hacia los bordes de la misma.
Tiempo de respuesta
El tiempo de respuesta se refiere al tiempo que tarda un píxel en pasar del color negro al blanco y seguidamente otra vez al negro. Este tiempo, demasiado alto al principio, fue el causante de que los monitores TFT y LCD de PC no fuesen recomendables para su uso con juegos o películas. Al tardar los píxeles “demasiado” tiempo en cambiar de color se producían efectos de estelas y emborronamientos o “ghosting”. En las pantallas LCD ocurría lo mismo y de ahí que se desaconsejasen para ver películas de acción o todas aquellas donde se produjesen imágenes con movimiento muy rápido. A medida que ha pasado el tiempo los LCD prácticamente en su totalidad han alcanzado los 16 ms, con lo que el problema anterior es inapreciable. Sin embargo el plasma no llega a tener ese problema por lo que es un punto más a su favor.
Como comentábamos en el apartado del brillo, a la hora de medir el tiempo de respuesta cada fabricante tiene un protocolo. Hay algunos que miden el tiempo que se tarda en pasar entre blanco y negro y otros que lo hacen entre blanco y gris. Evidentemente es más sencillo llegar al gris y volver al blanco por lo que los tiempos de respuesta son mejores.
Consumo eléctrico
La tecnología usada en el plasma requiere una gran cantidad de corriente eléctrica. El gas que contiene el panel requiere ser constantemente excitado eléctricamente para mantenerse en estado de plasma y requiere aún más carga eléctrica para hacer reaccionar el fósforo que se tornará azul, rojo o verde… Si bien los consumos se han reducido con las sucesivas generaciones de plasmas, aún es un electrodoméstico con un consumo más que apreciable. El LCD se basa en una lámpara situada detrás de las celdas de cristal líquido que se mantiene encendida constantemente, pudiendo ser de bajo consumo. Un detalle muy significativo y que nos ayudará a comprobar este parámetro es el calor que desprende una pantalla de plasma encendida, inexistente en un LCD.
Vida útil
Quizá la mayor leyenda urbana sobre los plasmas. La gente les teme porque piensan que van a dejar de verse correctamente después de unos años de uso. Realmente sí que es así, pero ahora mismo todos los fabricantes garantizan la vida de sus pantallas más allá de las 20.000 horas de uso, siendo más habitual ver ya las 60.000 horas. Y a partir de estas horas no es que “se apaguen” sino que el desgaste del fósforo que ilumina la pantalla habrá reducido aproximadamente a la mitad el brillo de la misma. Sin embargo el LCD es una tecnología “fría”, que apenas provoca desgaste y ni siquiera tiene ese problema. De todas formas, si hablamos de 20.000 de uso lo hacemos de 11 años a una media de 5 horas diarias y, sentimos decirlo, cualquier pantalla se habrá estropeado mucho antes de que la diferencia de brillo nos invite a cambiarla. Además, no sabemos qué tipo de pantallas habrá disponibles dentro de tantos años, pero nos gustaría pensar que habrá “algo” que nos permita olvidarnos rápidamente de cualquier plasma. En todo caso, por lo que estamos viendo lo más habitual es que los plasmas “mueran” por la fuente de alimentación mucho antes de tener cualquier otro problema.
El tamaño… importa
Hay una pregunta típica que hacen los vendedores “casuales” de plasmas: ¿Cuánto mide tu salón?... ¡y a usted que le importa! Les diría yo… y es que condicionan el tamaño máximo de la pantalla que podemos comprar a la distancia a la que la vamos a ver. Se trata de una apreciación personal, pero si olvidamos el impacto estético que representa entrar en una estancia y ver una pantalla enorme contra la pared (que puede ser “feo” para unos mientras sea la envidia de otros), no es necesario aplicar los criterios de tamaño que aplicamos con las TV convencionales a la hora de hablar de HD. Con una TV convencional tenemos una limitada cantidad de píxeles que se iluminan formando la imagen. Si tenemos una TV demasiado grande para la distancia a la que nos encontramos de ella además de poder apreciar esos píxeles, su brillo resultará molesto e incluso perjudicial para nuestra vista. Pero ahora no hablamos de TV sino de LCD y plasma. Este artículo lo estamos escribiendo en un monitor LCD Dell de 20” con una resolución de 1650x1080, brillo de 300 cd, contraste 600/1 y tiempo de respuesta de 16ms… y lo estamos mirando a menos de 40 cm de distancia con lo que ocupa más de la mita de nuestro campo de visión… ¿y cuál es el problema?
Si esto lo extrapolamos a un LCD de 46” que veamos a dos metros y medio de distancia ¿tendremos entonces algún problema? Evidentemente los mismos que con un monitor de PC, ninguno. Sin embargo esos vendedores que te dicen que con un 32” es suficiente para cualquiera no están faltos de razón pero el problema no es de la salud de nuestros ojos, ni de la propia pantalla, sino de la emisión que estamos acostumbrados a ver. Efectivamente si optamos por un plasma de 50” y nos ponemos a ver cualquier programa de televisión comprobaremos con desagrado que se ve de pena, por excelente que sea el plasma. La calidad de las actuales emisiones analógicas es tan mala que las muchas deficiencias que muestra se hacen mucho más apreciables cuanto mayor es la pantalla. Ese problema se reduce si la emisión es digital (TDT, CSD) o si vemos un DVD, pero aún así podemos apreciar deficiencias que no veríamos en una pantalla más pequeña.
Problemas, sí, pero problemas del “pasado”. El futuro es en Alta Definición y con ella desaparece la, por otra parte triste, situación de tener que alejarnos de la pantalla para no tener que ver las deficiencias que muestra. Con la HD cada imagen estará formada por más de un millón de píxeles que contarán con su correspondiente píxel en pantalla; no hay aberraciones, no hay deformaciones… la imagen es un espejo de la realidad y más que alejarnos tenderemos a acercarnos para poder apreciar aún más los detalles.
Así que, si el presupuesto nos lo permite y el espacio también, no habrá pantalla “demasiado” grande para la HD.
No me queda claro…
Ni a nosotros… En la redacción cada cual tiene su tecnología favorita. Los hay convencidos del plasma y los hay del LCD. Todo lo citado en las páginas anteriores son efectivamente diferencias entre ambas tecnologías, pero estas diferencias son tan mínimas que podríamos pasar por alto todas ellas.
Volvemos a insistir en factores como las conexiones, la certificación HDCP y la resolución, pero casi podríamos dejar para el resto de las diferencias un porcentaje mínimo dentro de los condicionantes que nos lleven a una u otra tecnología. Podemos seguir con la discusión indefinidamente, si bien hay un par de factores que, si bien no son realmente objetivos, pueden acabar de decidirnos; el plasma lleva ya muchas generaciones evolucionando hacia lo que es hoy, una gran pantalla de cine, mientras que el LCD nace orientado a otras funciones como son pantallas menores para PC, móviles, consolas y es de unos pocos años aquí cuando se apuesta también por la TV. Por tanto es de suponer que el plasma se ha mejorado más pero le queda un recorrido más corto mientras que al LCD aún le queda recorrido para mejorar. Esto viene apoyado por el precio de cada tecnología que, aunque se va reduciendo a pasos agigantados con el paso de los meses, lo hace mucho más rápidamente en los LCD, con precios prohibitivos hace un año pero que a día de hoy compiten directamente con los del plasma en tamaños similares.
Y además…
Hay otros muchos condicionantes de carácter personal que nos pueden decidir por uno u otro aparato. Uno de los más evidentes es el sonido. La diferencia entre una TV de plasma y un monitor de plasma es que incluyan sintonizador y que cuenten o no con la capacidad de reproducir sonido. La ventaja de un monitor es que ocupa menos espacio y tiene un aspecto “slim” con los bordes muy finos y generalmente muy atractivos a la vista. La desventaja es que requieren un equipo de sonido externo para contar con cualquier sonido y un sintonizador para ver TV. Una TV ya viene con altavoces integrados y el sintonizador. Es evidente que si nos compramos una pantalla de este tipo no vamos a privarnos de acompañarla con un sistema de sonido más o menos a la altura y que si vamos a ver una película con sonido multicanal vamos a prescindir de los altavoces de la TV, pero hay gente a la que no le gusta ver un informativo o cualquier programa de TV estéreo por su equipo de sonido 5.1. Aunque en unos años todas las emisiones cuenten con sonido de alta calidad, para este tipo de usuario sí que es conveniente contar con altavoces en su pantalla.
En las pantallas los altavoces suelen colocarse o bien a ambos lados de la pantalla o bien debajo de la misma. Por estética y por espacio es mejor contar que estén debajo, si bien los altavoces más separados en los laterales reparten mejor el sonido y es más “espacial”. En todo caso la calidad del sonido ofrecida no debería ser demasiado determinante porque cuando de verdad vamos a requerir el mejor sonido vamos a tener que recurrir a un sistema Hi-Fi externo.
Otro gran condicionante son los sintonizadores. Ahora mismo existen en el mercado pantallas con uno o dos sintonizadores ya sean digitales o analógicos. El hecho de contar ya con un sintonizador digital (TDT) integrado nos permite prescindir del sintonizador externo. Sin embargo los sintonizadores integrados tampoco nos van a permitir prescindir de un sintonizador TDT a partir del 2010, cuando esta tecnología permita programaciones a la carta, interactividad con la programación y demás innovaciones propias de la conexión digital. Así que el hecho de contar o no con un sintonizador TDT no debe preocuparnos en absoluto.
Otra cuestión es que cuente con varios sintonizadores. El hecho de contar con ellos permite funciones como el PiP (Picture in Picture) y el PaP (Picture and Picture), que no son otra cosa que poder ver dos emisiones simultáneamente, ya sea en una pequeña ventana dentro de la emisión principal o dividiendo la pantalla en dos. De este modo es posible jugar a la consola mientras el resto sigue viendo la TV.
Quizá más importante que la cantidad de sintonizadores es dónde se ubican. Hay mucha gente que se sorprende cuando compra un plasma y junto a la pantalla les llega una caja de aluminio del tamaño de un vídeo VHS lleno de conexiones y botones; es el sintonizador externo. En todos los plasmas antiguos y en muchos de los modernos el sintonizador va a parte. Es para evitar problemas de espacio, recalentamiento, accesibilidad (y precio). El hecho de tener un sintonizador externo tiene un solo gran inconveniente; hay que meterlo en alguna parte y a ser posible “escondido”. Las ventajas son, sobre todo, de conectividad. Contando con un sintonizador externo es posible mantener conectados a él la consola, el PC, el sintonizador TDT, los cables hacia el “ampli” de sonido… quedando conectadas a la propia pantalla únicamente el cable de corriente y el HDMI. De no contar con un sintonizador externo, nos ahorramos el problema de ubicarlo porque va en el propio panel de plasma, pero deberemos conectar en la propia pantalla los cables de todos los dispositivos que interactúen con ella. Por otra parte los sintonizadores integrados no suelen tener tantas posibilidades de conexiones como los externos (cuestión de espacio) y al requerir el uso de un pequeño ventilador pueden ser molestos si usamos la pantalla en completo silencio.
Y por último, quizá el mayor condicionante de todos; el precio. Aquí cada cual tiene sus límites, pero podemos aplicar una norma para todos. Es muy común pensar que en la tecnología ocurre lo mismo que en los productos de “marca blanca” de los grandes almacenes, que son los mismos que los caros pero con otra etiqueta. En las grandes pantallas suelen decir que “este plasma es igual a este otro porque el panel de ambos lo ha hecho el mismo fabricante, pero este es más barato porque la marca es más desconocida”. En parte es cierto porque al igual que en el resto de la tecnología son pocos los fabricantes que “realmente fabrican algo” y varias marcas pueden montar exactamente el mismo panel plasma o LCD. Sin embargo el hecho de que dos plasmas tengan la misma resolución, contraste y brillo, no quiere decir que sean iguales. En las páginas anteriores hemos dejado claro que hay multitud de variables que condicionan la calidad final de la imagen. Recortar costes instalando un sintonizador mediocre, un procesador DSP del montón o en conexiones provocan que en ocasiones lo barato resulte caro (ya lo dicen nuestras abuelas). Así que nuestro consejo es que estudiéis bien cada producto, que acudáis a webs especializadas e independientes donde los comparen y que penséis siempre que un plasma o LCD es algo más que una simple pantalla. Si queréis un poco más de ayuda, preguntad a los expertos en las tiendas, pero no a aquellos que cobran comisión distinta dependiendo de la marca (grandes almacenes) si no a aquellos de tiendas especializadas que llevan vendiendo estas pantallas desde sus inicios y llevan años comparando y viendo cómo funciona cada fabricante con el paso del tiempo. Personalmente suelo hacerlo y en los últimos tiempos nos comentan, por ejemplo, que fabricantes como Fujitsu se han quedado bastante “atascados” después de ser el referente durante años y son otros como Pioneer los que están ofreciendo los mejores plasmas. En LCD son otros fabricantes como Philips los que están un ligero paso por delante, pero la competencia es dura y dentro de unos meses la situación seguramente habrá cambiado…
Concluyendo…
Hemos de partir de unos mínimos que son las conexiones digitales y la certificación HDCP. Después el tamaño que nos interesa y luego podemos prestar atención a la resolución, el brillo, el contraste y demás parámetros que hemos detallado. Una vez con la idea más aproximada posible de lo que queremos, nos plantamos en una tienda y si es posible vemos las mismas imágenes en un plasma y en un LCD. Es recomendable no dejar de ver escenas oscuras y también todo lo contrario, escenas de colores vivos y con mucho movimiento como las de los dibujos animados.
Es fundamental ver la pantalla que nos interesa ofreciendo aquello que le vamos a demandar. Si nos gusta el cine, que proyecten DVDs y, si tenemos suerte, quizá puedan reproducirnos algo en HD. Si nos gustan las consolas, lleva la consola y vemos cómo se comporta. Y este es el punto más importante de todas estas páginas de recomendaciones. Es IMPRESCINDIBLE que cada cual observe y compre aquello que más le agrada a la vista. No tiene sentido decidirnos por una pantalla porque tiene más brillo o contraste si la que realmente nos gusta como se ve es otra inferior.
Y una vez que hemos visto lo que nos gusta… nos volvemos a casa y ahorramos un poco más hasta que nos llegue ;-)
Bueno un saludo, y espero que te sea util este ladrillo que acabo de postear.
Un saludo.