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Siempre has soñado con esas pantallas planas, pero a la hora de elegir una, la que reinará en tu salón durante muchos años, te asaltan tantas dudas como deseos. Aquí te damos algunas respuestas para elegir la tuya con conocimiento de causa.
El plasma (en punteado) ofrece más rojo y verde que la pantalla LCD.
¿Plasma o LCD?
> Buena pregunta... ¡incorrecta! De hecho, aunque las dos tecnologías coexisten, sólo compiten entre ellas de forma limitada, básicamente en las 37 pulgadas (37 x 2,54 = 94 cm.). El plasma ha abandonado las 32’’, que ahora es menos costoso fabricar en LCD. Por el contrario, el LCD sigue siendo más caro que el plasma para pantallas de más de 37’’.
> La decisión entre LCD o plasma caerá casi por su propio peso en cuanto haya decidido el tamaño de pantalla que más le conviene. Dicho esto, entre plasma y LCD, no hay un claro ganador. Cada una posee sus ventajas y sus puntos débiles, que el gráfico siguiente pretende recoger.
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Brillo. Del conjunto de aparatos que hemos probado, sobre una pantalla totalmente blanca, el LCD emite de media 350 candelas/m2 , frente a las 300 del plasma. Pequeña diferencia, pero ventaja para las LCD.
Definición. La del LCD permite píxeles de menor tamaño que la del plasma. Por lo tanto, con las pantallas de LCD se puede obtener un mayor número de puntos sobre una misma superficie de imagen que con las de plasma, incluso con las más definidas.
Gamma. La capacidad para ofrecer tonalidades intermedias, así como detalles en las zonas más oscuras de una imagen y en las más claras, es esencial. Empate en este punto.
Uniformidad. Las lámparas de la caja de luz de las pantallas LCD no proporcionan exactamente la misma intensidad luminosa sobre todos los puntos de la pantalla. Entre las LCD evaluadas, el desfase medio máximo es un modesto e imperceptible 25%; las de plasma lo superan: ¡menos de 10%!
Contraste. El cristal líquido funciona como un obturador que deja pasar más o menos luz emitida por detrás, pero siempre hay pequeñas fugas... El ratio de contraste, división del nivel de blanco por el negro no del todo negro, se encuentra matemáticamente reducido. El plasma no presenta este tipo de problemas.
Viveza de los colores. La comparación de dos diagramas cromáticos concede una pequeña ventaja al plasma, con una superficie del triángulo útil ligeramente superior.
Ángulo de visión. A pesar de los enormes avances realizados, la directividad sigue afectando a las pantallas LCD más que a las de plasma, con pérdidas de brillo o de contraste o variaciones de color cuando se las mira de lado.
Tiempo de respuesta. Una vez más, ligera ventaja para el plasma: el cambio de orientación del cristal líquido demuestra ser menos rápido que el encendido de los fósforos. No obstante, la mayor parte de las pantallas LCD no tienen ya problemas para emitir con nitidez las películas de acción más desenfrenadas y los videojuegos más rápidos.
Vida de la pantalla. Los fabricantes de pantallas LCD y de plasma anuncian todos en torno a 60.000 horas de funcionamiento, es decir, 2.500 días de 24 horas; o dicho de otra forma, ¡más de 20 años a 8 horas de televisión por día! ¡Apostamos que antes de eso, el televisor habrá sufrido otros avatares! Sin embargo, más vale evitar, con una de plasma, fijar demasiado tiempo una imagen, en concreto si tiene un contraste muy alto: se corre el riesgo de que la pantalla quede marcada de forma indeleble por los elementos más claros. No hay problema a la hora de ver la televisión: entre las cabezadas y un zapping normal, las moscas de los diferentes canales no quedarán grabadas. Esto se refiere sobre todo a la utilización 24 horas al día de emisión profesional, tipo información en aeropuertos, pero cuidado con las pantallas de puntuación inmóviles a la hora de partidas maratonianas de videojuegos.
Consumo de electricidad. La iluminación trasera de las pantallas LCD utiliza lámparas de tipo fluorescente, de alto rendimiento. Las descargas de energía necesarias para el encendido de los píxeles del plasma siguen siendo mayores, a pesar de los enormes progresos.