El primero,
el desmoronamiento del bloque comunista, lo que arrastró a algunas dictaduras emblemáticas: Hisen Habré en el Chad, Musa Traoré en Mali, Siad Barre en Somalia, Megistu Haile en Etiopía o Samuel Doe en Liberia. El segundo, la nueva actitud de los donantes de ayuda occidentales, que comenzaron a condicionarla al mayor o menor grado de respeto de los derechos fundamentales.
La transición se ha operado mediante la celebración de una conferencia nacional, a la cual sigue un referéndum constitucional y unas elecciones. Así sucedió en Nigeria, Ghana, Sierra Leona, Tanzania, Gambia, Camerún, Angola, Guinea Bissau, Burundi o Ruanda. En todos los casos fue patente la utilización de complejos mecanismos para conservar el poder por parte de los anteriores hombres fuertes y en numerosas ocasiones el proceso se ha visto desbordado por la guerra o la vuelta de un sistema autoritario. Fue el caso de Nigeria, Ruanda, Burundi, Guinea Bissau, Burkina Fasso o Costa de Marfil. En otros casos, como ha sucedido en Congo-Kinshasa (Zaire), el proceso revolucionario y violento no ha supuesto la instauración de un régimen democrático.
Los estados donde tal proceso ha dado buenos resultados cumplen dos condiciones esenciales, a saber, se trata de estados consolidados y las estructuras políticas que han sido transformadas o sustituidas para dar paso a un sistema democrático gozaban de una razonable legitimidad. Estas estructuras previamente legitimadas no son necesariamente las de un estado moderno, producto de la colonización; también pueden corresponder a una sociedad tradicional . Entre aquellos países destacan Burkina-Fasso, Mali, Niger, Cabo Verde, Gambia, Senegal, Benin, Sierra Leona, República Centroafricana, Santo Tomé y Príncipe, Gabón, Kenia, Tanzania, Etiopía, Mozambique, Zambia, Zimbabwe, Botswana, Namibia, Madagascar y Sudáfrica.
Todos ellos respetan, al menos formalmente, la posibilidad de alternancia en el poder, criterio elemental que debemos considerar al definir la democracia y que permite dejar a un lado aquellos estados que, incluso manteniendo el recurso al voto popular, constituyen sistemas unipartidistas. Entre estos, no lo olvidemos, existen importantes diferencias que van desde la razonable estabilidad y respeto formal de derechos básicos de Uganda a la dictadura más tradicional de Guinea Ecuatorial.