A nadie se le escapa ya el cambio geoestratégico que se ha producido en Europa por el acuerdo oportunista de Alemania con Rusia --dejando al margen a la Unión Europea-- para crear un gasoducto directo por el mar Báltico. La empresa mixta que va a realizar esta costosa y trascendental obra está compuesta por Gazprom y, casualmente, por E.ON. Traman, pues, crear un monopolio para distribuir el gas en Europa. Ni que decir tiene que los auspiciadores de este acuerdo --el excanciller Schröder y otros cargos económicos de aquel gobierno-- están también casualmente en nómina de esta sociedad mixta E.ON-Gazprom. Un transfuguismo, tan descarado e impune, de políticos y reguladores a la empresa a la que han favorecido, sólo ocurría en repúblicas bananeras.
LA INTENCIÓN de nuestros socios alemanes es clara: desbaratar un auténtico mercado único europeo de la energía donde se establezcan unas mínimas condiciones de igualdad para la competencia entre los gigantes del norte y las empresas del sur.
El contubernio E.ON-Gazprom lo que pretende es una sistemática depredación de las posibles empresas competidoras --como Gas Natural o Endesa- y crear no un mercado único europeo sino euroalemán, donde además se controlarán monopolísticamente los tres grandes gasoductos que entran por el norte. Uno de ellos, el que Gazprom tiene entre Rusia y Turquía va a ser reconducido hacia Europa entrando por Hungría. También casualmente E.ON ya engulló la empresa energética de ese país así como otras de países del Este (Chequia, Eslovaquia...) y de Finlandia. Recordemos que siete países pequeños del Este de la UE (desde Estonia hasta Eslovenia) suman la misma población que España pero tienen siete comisarios europeos, mientras que nosotros sólo tenemos uno. No hace falta imaginar que estos estados pequeños, cuyas empresas han sido capturadas por Alemania, ya son sus estados satélites y sus peones en la Comisión europea. No solo estos países están en contra de que España tenga una empresa energética fuerte que pueda competir mínimamente con los gigantes del norte. También Holanda tiene interés en debilitar a España.
La primera empresa de gas europea no es E.ON sino la holandesa Gasunie, debido a los yacimientos propios que descubrió en 1959. En un país de 17 millones de habitantes, hay un Estado gasístico dentro del Estado.
Holanda no quiere quedarse al margen del contubernio dominante Gazprom-E.ON y lleva un año intentando que le dejen entrar en la sociedad mixta ruso-alemana. El presidente de E.ON, Wulf Bernotat, declaró el pasado en diciembre del 2005 que cedería el 9% de sus acciones a la holandesa Gasunie.
¿POR QUÉ Y a cambio de qué E.ON va a dejar entrar en su duopolio a los holandeses? Muy sencillo, la comisaria europea de la competencia, Neelie Kroes, exministra de Obras Públicas del Gobierno holandés, tiene en sus manos la decisión de implantar un mercado único europeo o un mercado único alemán. Es decir, debe decidir si frena el dominio abusivo de E.ON y protege la competencia entre diferentes empresas europeas o tolera este auténtico cartel político y económico E.ON-Gazprom al que se va a sumar la holandesa Gasunie.
La obsesión de Kroes contra España y la tolerancia ante los comportamientos abusivos de E.ON y de Alemania son más que evidentes. Pertenecía a más de 30 consejos de Administración de multinacionales y grandes empresas (nunca pequeñas) y de profesión era, como se ha dicho, lobista. Ejemplo: hace unos días, la Comisión ha descubierto y sancionado un cartel holandés del asfalto que amañaba precios y otras prácticas ilegales. En el comité de dirección y vigilancia de una de ellas, Ballast, estaba Kroes. Ante esta condena ha declarado cínicamente que durante 10 años nunca vio nada ilegal. Evidentemente, siguiendo su singular ética, no ha dimitido ni la han cesado. Ahora parece que tampoco quiere ver el cartel político-gasístico que se está fraguando entre E.ON-Gazprom y la holandesa Gasunie.
PERO HAY más: el pasado 16 de junio Le Monde publicó un artículo que revelaba que se está investigando a la comisaria por sus relaciones con un promotor inmobiliario de Rotterdam al que conseguía licencias y que posteriormente se ha visto "implicado en una organización criminal". Cuando se la nombró comisaria en 2004, declaró que había roto relaciones con este oscuro especulador y que había vendido los pisos que había recibido de él como pago por sus servicios. Sin embargo, se ha descubierto que en abril de 2005 revendió precipitadamente otros dos pisos de la misma procedencia ganando casi 2 millones de euros en esa operación.
Europa vuelve a ser la de los mercaderes codiciosos y no la de los fundadores de la UE, estadistas que vieron que la única manera de frenar a las otras dos superpotencias (EEUU y Rusia) era la unión para mantener el equilibrio político y económico con las reglas de la competencia y del fair play.
En lugar de convencer a Rusia para que democratice su sistema político y económico, Alemania ha pactado sostener su sistema monopolista a cambio de sacar pingües beneficios energéticos y dominar conjuntamente al resto de Europa.