“Creo que las tres cosas forman parte de nuestro equipaje de reflexión y de discurso, de las dos cosas. En primer lugar, es curioso pero realmente
los que más gritan suelen ser los más sectarios, y es lógico. Y es lógico porque el sectario como ve que
fuera de su secta no hay salvación, le produce irritación intelectual, no el hecho de discrepar, si no el hecho de que se argumente desde fuera de sus propias filas, y por eso convierte el diálogo directamente en grito. Y sin embargo,
el que está firmemente convencido de sus ideas, el que además de ideas y convicciones tiene ideales, no solamente
no le importa compartir las ideas del adversario sino que al contrario disfruta de ese diálogo, se enriquece con el mismo. ¿Por qué? Porque no es un débil de pensamiento. El
sectario, desde su debilidad de pensamiento le irrita compartir y le irrita dialogar,
no vaya a ser que la argumentación sea convincente y le rompa sus esquemas desde la fragilidad intelectual sobre el que están construidos."
"Por eso nosotros, y corremos ese riesgo, porque
el gobierno socialista, cuidando las formas, está ejerciendo en estos momentos unas
políticas muy radicales, muy radicales. Y nosotros
corremos el riesgo de radicalizarnos también, de distanciarnos, de hacer un efecto mimético, y sería un error inmenso. En estos momentos yo creo que hay varios
millones de españoles que están en el espacio de la moderación, de la tolerancia, de la firmeza y de la convicción de lo que llamamos el centro político que nos están mirando con una infinita curiosidad intelectual. A los dos. Y que históricamente pueden haber sido
tanto votantes del partido socialista como votantes del partido popular. Y no será nuestra voz más alta la que les lleve a nuestras filas. Serán nuestros
argumentos mejor construidos lo que les lleve a darnos su apoyo en las próximas elecciones generales. Por tanto, yo insisto absolutamente en la necesidad de que nuestra
firmeza de argumentos esté permanentemente acompañada de la moderación intelectual y en las formas. Ese es un planteamiento al que, desde luego, no quiero de ninguna de las formas renunciar."
Y en segundo lugar, 14 de marzo.
Yo sí creo que este gobierno le debemos sustituir por la mala gestión que ha hecho de la confianza que el 14 de marzo la mayoría de los españoles depositaron en él. Y que
volver al debate de por qué depositaron esa confianza puede traer el efecto perverso de distraer los profundos errores de gestión que el gobierno ha realizado desde el 14 de marzo.
"
Hablar del 11 al 14, podría
hacer pensar a algunos ciudadanos que
no tenemos argumentos del 14 aquí para proponer una sustitución del gobierno. Y los tenemos muy sólidos. Yo creo que en una democracia, al margen de cuáles fueran las circunstancias, y todos sabemos cuales fueron las circunstancias, yo creo que este gobierno no merece continuar cuatro años más como consecuencia de haber
dilapidado esa confianza que recibió de los ciudadanos."
"Y creo, y es la tercera pata de mi argumentación, que
además de construir con moderación, además de
argumentar los errores de gobierno, nosotros tenemos que hacer una
propuesta de futuro. Los ciudadanos votan futuro. Siempre en todas las elecciones hay dos partidos: uno que representa al pasado y las pierde; y otro que representa al futuro y las gana y eso ocurre en cualquier sistema democrático. Y nosotros tenemos que convocar
al futuro a los ciudadanos españoles y solamente desde esa convocatoria, con ideas, con proyectos, avalados por equipos y avalados por la gestión de allí donde hemos tenido responsabilidades de gobierno, solamente desde esa convocatoria de futuro conseguiremos que sean más los que nos apoyen que los que se distancien."
"¿Eso
significa dar por bueno lo ocurrido entre el 11 y el 14?
No. ¿Eso significa
no insistir en los errores del Gobierno? Rotundamente
no, es nuestra obligación hacerlo. Pero eso si significa que cuando se pretende gobernar España tu
tienes que llamar a un proyecto que desde esta generación esté trabajando para la siguiente, y no caer, y vuelvo al efecto mimético del radicalismo, en
revisionismos históricos o en miradas hacia atrás, que forman parte más de los equipajes sentimentales de cada uno de nosotros o del trabajo de las cátedras de investigación”.