De todas formas prestar atención o tomarse en serio a unos señores que hace ya años que vendieron su cartera y su corazón a lo que se llama macro-política de uno u otra bando, me parece ridículo.
Estos señores y señoras contemplan la vida como un duelo constante entre el bien y el mal. Los míos son la luz y los otros o unos destripa-patrias o unos toca-bolas.
¿Y la política que debiera ser real? ¿La que implica decisiones que obedecen a necesidades reales de los ciudanos y no a posturas que vienen del XIX?
En las próximas elecciones miraré la papeleta de votaciones y votaré por el nombre del partido que más gracia me haga.