Y añado una crítica de dicha película:
[hr]Cuando entramos a ver una película, salvo en contadas y empecinadas ocasiones en que uno va informado y pese a todo considera que le compensa, pretendemos pasar un rato agradable, encontrarnos con una película que nos convenza, que nos dé todo lo bueno que esperamos, y a poder ser, mucho más que eso. Y digo que lo pretendemos porque es curioso lo que sucede con el cine: compramos el producto antes de saber si nos gusta o no, lo cual no deja de tener su mérito, ya que si la cinta no es del agrado generalizado de quienes la ven, ninguna opinión negativa será válida en caso de que los ingresos justifiquen con creces los gastos. Será entonces cuando, no podremos detener la puesta en marcha de una segunda parte.
Por eso hay que tener cuidado a la hora de elegir, pero hay veces en que no nos lo ponen nada fácil ya que en ocasiones, detrás de títulos tan poco estimulantes que sólo convencen el magnífico reparto o las sinceras recomendaciones de quienes de verdad la disfrutaron, pueden esconderse las grandes películas de la temporada.
Dejaré de generalizar y concretaré. Hablo de ¡Olvídate de mí!, y al respecto de ella aconsejo, como ya he insinuado, pasar por completo del título, olvidarlo, si se me permite el chiste fácil, y dejarse llevar por el espléndido guión de Charlie Kaufman, el mismo que una vez nos enseñó Cómo ser John Malkovich, metiéndose y metiéndonos literalmente en la cabeza del famoso actor.
En esta ocasión es otra cabeza la que le sirve como escenario, la de Joel Barish, interpretado por Jim Carrey, y la recorremos con la misma angustia con la que él repasa, y otros le borran uno a uno, los recuerdos de la relación que mantuvo con Clementine, a quien da vida Kate Winslet. Relación primero, recuerdos después, que él decide eliminar en un principio, para darse cuenta posteriormente y sin posibilidad de rectificación, de que lo último que desea es perder cuanto le queda de ella.
Todo esto parece una locura y en cierto modo lo es. No se trata de algo convencional, desde luego. Nada cotidiano suele salir de la pluma de Charlie Kaufman, escritor calificado de pretencioso por unos y de genio por otros, por mí entre ellos, hasta que demuestre que no sigue mereciendo la corona.
Lo que Kaufman ha construido aquí es un órdago, un no va más en lo que al tema de la amnesia y al género del thriller se refiere al contar que el protagonista contrata a una empresa especializada en hacer desaparecer recuerdos ingratos, pero a la vez es un drama, el del hombre que ve que no puede hacer nada por detener el proceso que él mismo solicitó. Y sin duda alguna y por encima de todo, es una historia de amor: la de dos personas que en el cerebro de una sola, luchan por mantenerse juntas, por que la tecnología no las elimine. Algo así como la visión que siempre ha tenido la humanidad ante las parejas de distinto nivel social. Todo se ha contado ya infinidad de veces, lo que importa es contarlo como nunca.
El tándem Charlie Kaufman-Michel Gondry, escritor y director, ha funcionado. No lo logró en "Human nature", la anterior de ambos, cinta fallida con una buena idea no del todo bien resuelta, pero aquí trabajan en estado de gracia y ofrecen no sólo brillantez y originalidad, sino momentos de verdadera filigrana narrativa con soluciones visuales que transmiten con fuerza la dureza y la impotencia que implica el ir quedándose sin vida.
Una vez ofrecida la base, la idea principal, todo serán preguntas: ¿pagaría yo por borrarme recuerdos? ¿Cuáles eliminaría? ¿Sería la persona que soy ahora aún sin ellos?
Por lo tanto caeremos en la cuenta, de forma divertida, de que si la realidad conociera semejante posibilidad estaríamos ante algo muy serio, algo que generaría la controversia que nacerá a buen seguro con sólo ver la película, con la aliviadora diferencia de que por ahora no deja de ser eso, una ficción simple y fabulosa.
Silvia García Jérez - http://www.cinecec.com
[hr]