
Iniciado por
Vanlose
Me parece que partes de premisas muy cuestionables, dado que científicos son todos, los que opinan unas cosas y las otras, si te preocupas en buscar información verás que hay premios nobel, científicos eminentes y verdaderas referencias en su campo en ambos lados. Tampoco vale ya hablar de lobbies y grupos de presión para generar ciencia ad-hoc, las cantidades de dinero que se han movilizado para el tema de la lucha contra el cambio climático son ingentes. También, como ya comenté anteriormente tengo grandes dudas en eso del 98%, pero más aún sobre el que los informes, hipótesis y teorías que estén dentro de este grupo de artículos y reportajes que se emplean en el IPCC como aval del desastre climatológico se expresen de esa forma tan rotunda y – añadiría - poco científica. Esto lo comento porque mientras he leído muy pocos informes científicos al respecto si he leído varias entrevistas con científicos eminentes que asumen el cambio climático antropogénico y desde luego que se expresan en términos mucho más tibios y prudentes de lo que se escucha por aquí y en la prensa. Se puede asumir que sean una mayoría y que pueda existir un grado de consenso, aunque la palabra consenso no aporta nada a la ciencia. Como es bien sabido la ciencia es un continuo “trabajo en progreso” donde teorías asumidas como ciertas durante muchas décadas son sustituidas por otras que se revelan más precisas o mejores.
En cualquier caso yo entiendo que esto es una cuestión bastante compleja, donde por un lado los científicos hacen su trabajo, investigan y elaboran sus teorías e hipótesis produciendo toneladas de papel e informes que son canalizados por el IPCC que ordena y clasifica esta información para elaborar dos tipos de documentos, los propiamente científicos que pone a disposición de la comunidad científica y los suyos propios que son los famosos reportajes e informes con sus propias conclusiones y resúmenes dirigidos a los políticos y la prensa que es donde se calienta el asunto. Estos informes tienen una “personalización” y conclusiones que pretenden simplificar y hacer digerible este caudal ingente de información científica para el gran público y los gobiernos. La prensa le añade su propio condimento (los Osos Pandas van a morir muy pronto de frío, de calor o de monotonía climática. Pero van a morir ¡!!) y los políticos toman sus decisiones. En el último escalón nos encontramos los ciudadanos que a una información que seguramente se parece al original como un huevo a una castaña le añade su propia sabiduría popular (si ya lo decía mi abuelo, esto no puede ser bueno). Aquí ya existe una retroalimentación casi radioactiva entre los políticos y los votantes que dependiendo de su orientación articulan un decálogo de eslóganes para crear una clima favorable a ganar votos en la próxima contienda. El indicador más fiable de hacía donde se inclina el fiel de la balanza es la publicidad y aquí la victoria es incontestable, hasta los que venden cicuta están libres de emisiones hoy en día. Normalmente este es el estadio donde se debate de forma más acalorada el tema con nuevos términos que enriquecen la ciencia, o eres un creyente o eres “negacionista” (Ahí es ná!, el término inventado para definir los que negaban el holocausto nazi). Al final de la cadena de transformación de la información lo que en base es una cuestión científica se ha convertido en una cuestión política, es decir religiosa. Lo habitual en todas estás controversias (las nucleares, el agujero de ozono, el cambio climático, las energías renovables, la tarifa eléctrica…) al que le suelen colgar el muerto de todo es al capitalismo. Tristemente este ambiente está salpicando a la propia comunidad científica, cosa que no es nada buena y por supuesto que no aporta nada.
Quizás no exista una mejor manera de hacer las cosas si se quiere movilizar fondos y recursos masivos en pro de una causa, pero tengo mis serias dudas. Desde luego es muy positivo mejorar el estudio del clima y diagnosticar la “salud” del planeta, lo que no tengo tan claro es que gastarse cantidades ingentes de recursos en políticas basadas en teorías que pueden revelarse erróneas sea la mejor elección, a la postre no es que lo fundamental sea hacer algo, sino hacer algo que solucione el problema (si es que existe).
Mientras tanto, hay que elegir campo o arquear la ceja con gesto de incredulidad.
Saludos