Primero me quedé a cuadros, para posteriormente ser atrapado por un descojone como hacía días que no sufría. Hay que joderse con el Geng. Lo mejor de todo es que la mascota seguirá siéndolo, mientras que en la parte oscura del asunto tenemos al pobre perro muerto, quien de camino al Cielo de Los Perros, estoy convencido que seguirá preguntándose: "Pero, ¿qué coño?".
Otro claro ejemplo de que la realidad supera con creces a la Terminatrix.
Saludos,
Jorge.