Si extrapolamos a la política nacional es que han ganado los que han usado el taladro. Y dos veces seguidas.
Una historia que parece una fábula
Pues érase una vez un alpinista, el mejor de una época dorada, que se obsesionó con una montaña aún no hollada, ni la más alta ni la más fácil entre las que podría haberse impuesto como objetivo. Él se llamaba Césare Maestri y su obsesión de roca se sigue llamando el Cerro Torre, la montaña más bella de la Patagonia. Un día, Maestri proclamó que había triunfado sobre esa montaña. En la misma que había fracasado el gran Walter Bonatti, el mejor alpinista de su generación y, por cierto, merecido premio de este año de la Sociedad Geográfica Española. Maestri había trazado una vía "imposible", donde se había quedado su compañero Toni Egger. Pero pronto hubo dudas sobre tal éxito. La discusión fue ganando en acritud y Maestri decidió que volvería al Cerro Torre, y volvería a escalarla, hasta ese maldito montón de nieve y hielo que corona, de forma inestable, la montaña. Fracasó. Pero volvió una vez más. Y lo hizo pertrechado con un taladro neumático para agujerear la pared. Pero ni por esas. Y volvió a fracasar. Esta vez se quedó a escasos metros de ese "inestable y efímero" hongo de nieve de varios metros de alto que Maestri no había considerado necesario superar pues, al fin y al cabo, se trata de un elemento cambiante. La comunidad alpina se horrorizó, además, de tamaña agresión a una de las montañas más bellas del mundo. Para la ética de un buen alpinista no valía el éxito a toda costa. Su vida se consumió entre esa obsesión y la lucha por reivindicar lo que Maestri consideraba como su éxito y que la mezquindad del mundo le negaba. Él había escalado la montaña, había hecho todo lo necesario para conseguirla, era "suya" por derecho y unos metros de nieve no iban a quitársela. Claro que para el resto del mundo esos metros significaban precisamente la diferencia entre la gloria y la derrota, y el taladro la diferencia entre un artista del vacío y un vulgar picapedrero.
Para los momentos políticos que vive nuestro país quizá alguien quiera ver en esta historia un trasunto de fábula aleccionadora para quien ha decidido empecinarse en perseguir una "cumbre" que se le ha escapado ya dos veces y cree que, cambiando de equipo "de escalada" o con un taladro, por fin los demás le concederán un éxito al que se creía predestinado. Y es que el deporte, como metáfora de la vida que es, nos facilita lecciones sobre cómo saber ganar, y perder (por incómodo que les parezca a algunos, siempre es más difícil saber ganar). O cómo algunos son expertos en emplearse a fondo en la tarea de la defensa, siendo hábiles haciendo faltas estratégicas por más que eso les dé fama de "leñeros". Ese papel gris que cumplen los "defensas centrales" del aparato de todos los partidos. Por no hablar de la lección que ofrece el trabajo en equipo que consiga superar las ambiciones particulares en aras del bien común. ¿Algo que se mueve en los territorios de la utopía? ¿De las fábulas? ¿O es una verdad tan grande como el Cerro Torre?
Sebastián Álvaro es director de Al Filo de lo Imposible
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Merece la pena ver el AS cuando aparece este tío.
Ahora que cada uno piense quien es Maestri, quienes son los defensas centrales de los equipos y rumiar sobre la ética en la vida política.
Si hay gente que piensa que es uno determinado y gente que piensa que es el otro, entonces hay tres opciones:
Ambas cosas me llevan a pensar que la intensidad ( por decir algo ) con la que gente vive la vida política no tiene ningún sentido y menos llevado al insulto o cosas mas graves….
- los dos partes están equivocados
- las dos partes aciertan
- una acierta y la otra no, improbable ( ¿ es posible, quién decide eso ? )
No están tan lejos como se creen.
Si extrapolamos a la política nacional es que han ganado los que han usado el taladro. Y dos veces seguidas.
Mi opinión es que es un ejemplo que, incluso con taladro, no se llega necesariamente a la cumbre, hay leyes de la naturaleza que un vulgar taladro, amenazante ciertamente, no puede tumbar.
Resulta evidente que, para ciertos sectores, todo vale, aunque no acepten que todo se puede conseguir , ni con taladros, ni con miedos, ni mentiras, ni insultos, ni con dinero...y eso les jode mucho. Pobrecitos. Tantos años de poder sin dar explicaciones que les resulta inconcebible que existen otras leyes por encima de las suyas y para todos. Ya aprenderan a convivir con ellas. Eso esperamos.
Amos a ver. Si no es por este descerebrado.
Es que después el Dacres se tira un huevo de tiempo sin entrar, porque a su satélite lo revuelcan. Se me cabrea el Dacres, se rebota, o simplemente exige aquello de "porqué banean a mi satélite y al Arguazo no" y tal.
Y es mi Dacres, coño, con toos sus defectos y too. Como yop
Exijo mi baneo, leches, que me place a mi leer a mi Dacres, que no hay lacónico más entrañabale para mi, ni cata más enrollao.
Que pa eso me quedo en mondofriki y no posteo contranatura.
He dicho
A este respecto existen páginas memorables en la literatura universal. El Julius Caesar de Shakespeare es una referencia inagotable de ideas. En la espantosa escena en que los conspiradores hunden sus puñales en el cuerpo de César y la sangre mana a borbotones formando rojas y burbujeantes cascadas, todavía le quedan fuerzas al emperador para musitar sus últimas y peripatéticas máximas;
"Me podéis denigrar, me podéis agraviar,
me podéis traicionar, me podéis humillar,
Incluso me podéis asesinar,
pero lo que nunca, nunca, nunca podréis
es pisarme mis zapatos de gamuza azul"
Aunque no recogidas de la misma forma en esta obra, las apostillas recogidas en los documentos del historiador Carolus Perkins confirman este extremo.
Guardaos de los Idus de Marzo
Chapeau, sin comentarios. Enhorabuena Belmonte."Me podéis denigrar, me podéis agraviar,
me podéis traicionar, me podéis humillar,
Incluso me podéis asesinar,
pero lo que nunca, nunca, nunca podréis
es pisarme mis zapatos de gamuza azul"