SimBin tiene un historial de simuladores de conducción más que interesante en el mundo del PC, y ahora vienen a demostrar de qué son capaces en consola, con este RACE Pro para Xbox 360, su primera incursión fuera del mundo de los ordenadores.
Es un campo poco explorado éste de la simulación sin cortapisas en las consolas, donde hay pocos títulos que hayan apostado realmente por ésta, pero al menos podemos decir que hay algunos representantes de alta calidad tanto en Xbox 360 como en PlayStation 3. Sin embargo, la falta de competencia es tan abrumadora como preocupante, dando poco abanico de opciones al consumidor.
Por suerte, Atari y SimBin nos proponen ahora este título que tiene muchas virtudes, como veremos. Pero
lo que el jugador debe tener claro es que aquí priman muchos aspectos sobre la diversión directa y sencilla que ofrecen los arcades e, incluso, sus competidores en la simulación a muchos niveles. En ese sentido,
RACE Pro se puede llegar a mostrar un juego terriblemente árido ante nosotros, seco incluso, que no va a concedernos regalos. Está pensado para cumplir un objetivo, que no es otro que simular, y va directo a ello. Y eso, en el circuito, se nota y se agradece. Su objetivo es ser realista, al máximo, y ahí se distancia de los demás y nace su estilo y personalidad.
Eso hay que tenerlo en cuenta en un mercado que nos ha ofrecido bastantes juegos de coches en la generación actual de consolas, y con más por venir, abarcando diferentes estilos arcade, y también la simulación. SimBin ha ido aquí a por un producto más serio, muy en la línea de los simuladores de conducción “densos” para PC, algo muy poco habitual en consola. Es decir, que Gran Turismo y Forza Motorsport resultan mucho más accesibles, más arcades en su representación de la conducción en la pista, que éste. Esto produce que se cierre su mercado potencial,
e incluso que haya lugar a la decepción para los consumidores que no sepan de antemano qué tipo de producto es éste, pero está claro que si sabemos qué es lo que quiere darnos, nos convencerá.
La dureza y consistencia del juego se muestra en toda su crudeza cuando desactivamos los asistentes que nos regala y optamos por conducir solos ante el asfalto y los coches rivales: la reacción del coche es tremenda. Cuesta mantenerlo, dominarlo, trazar a alta velocidad las curvas es difícil, y por encima de la velocidad recomendable es sinónimo de salirnos de pista, o algo peor. El más mínimo fallo implica perder toda opción de ganar, y un frenazo, un acelerón o un golpe de volante errores fatales.
¿Y si no queremos meternos en ese nivel? No pasa nada. SimBin ha tenido buen ojo y nos ofrece una serie de asistentes que ayudan, y mucho, en la conducción. Hacen que el juego sea accesible, sin que eso implique una baja exigencia. Y es que, en todo momento, RACE Pro nos pone a prueba, lo que pasa es que se consigue mantener el espíritu de simulación pese a las facilidades dadas. En cierto modo, la sensación que transmite es que en su vertiente más accesible está bastante cerca de la exigencia media de sus competidores en consola.
Lo que es más importante, es que la conducción de cada vehículo es un mundo. No se trata de que acelere más o menos, y de que haya que frenar, o sentir el tipo de tracción. No, se trata de que las sensaciones son realmente diferentes, por completo, haciendo que cada vehículo sea diferente y tengamos que hacernos con él, habituarnos a sus características, dominarlo. Todo parece haber sido tenido en cuenta para transmitir sensaciones personalizadas para cada coche, y eso influye también en nosotros. Desde luego, es muy diferente conducir un Mini o un coche de gama WTCC, por ejemplo, y se consigue transmitir el agarre, tracción, y demás elementos característicos de cada clase. Y punto y aparte son los monoplazas, claro, que se salen de todo baremo.
La puntilla a toda esa sensación de conducción a alto nivel es la perspectiva interior, viendo el volante, salpicadero y demás partes del coche, emulando realmente la perspectiva del conductor. Lo que pasa es que ahí se nota que el juego no está a la altura, visualmente, de otros juegos que ya tenemos en el mercado para la consola de Microsoft. Es un paso más con respecto a sus antecedentes en el campo del PC, sí, pero tanto GRID, de Codemasters, como PGR4, de Bizarre, establecen estándares de calidad visual mucho más elevados. Y con gran distancia, de hecho.
Luce bien, y se ha aprovechado oportunamente el motor de SimBin, Lizard, llevándolo más allá que en PC, con efectos de iluminación bien logrados, una texturización oportuna, y otros elementos de calidad. Es decir,
el juego no es gráficamente malo, claro, pero hay juegos de su mismo género que han ido más allá en la consola y, por tanto, creemos que podría haberse trabajado más en ese terreno.
También es comprensible que
parte del resultado visual se vea afectado por el hecho de trasladar a la pantalla circuitos reales y, la verdad, los circuitos son aburridos. No tienen la espectacularidad de un entorno urbano (aunque hay tres, Oporto, Macau y Pau), no se puede jugar con elementos de fantasía, ni ponerlos en parajes naturales. Son sosos, clónicos,
y si son así en la realidad, poco se puede aportar en ese campo cuando estamos ante un simulador completo. Por otro lado, l
os circuitos están recreados con una atención magistral en los trazados, con todos los desniveles, curvas, chicanes y demás elementos esperables. Todo ello con circuitos populares como Laguna Sega, Curitibia, Oschersleben, etc.
Lo que sí juega en su contra es que la tasa de imágenes es un tanto inestable. No podemos sino esperar la mayor solidez posible en un juego de carreras, y aquí no se ha logrado. No es que influya negativamente en la experiencia de juego, pues son muy escasos y marginales los problemas en la tasa de cuadros por segundo, pero dado el género consideramos que es éste un aspecto esencial en el que no debería darse ningún tipo de fallo. Puesto que el juego tampoco se pone a la vanguardia de poligonización ni texturización (como decíamos, otros títulos son mucho más sorprendentes en el campo visual), entendemos que no exprime al máximo la consola y que, por tanto, un poco más de optimización hubiese servido para eliminar estas impurezas.
Eso, junto a un sistema de menús poco inspirado, restan más atractivo visual al conjunto. El sonido, desde luego, destaca por la calidad de los efecto, sobre todo en el rugir de los motores y toda la parte técnica. Mientras está en ese campo, el título está a gran altura, pero la verdad es que en el resto de terrenos es muy normalito, o incluso menos que eso, como en el caso de las escasísimas muestras de voz digitalizada.
Por otro lado, Race Pro tampoco ofrece grandes incentivos para la rejugabilidad. En ese sentido, parece asentarse, paradójicamente, en el precepto arcade por excelencia: la superación propia. El jugador que empiece con asistentes y vaya accediendo, poco a poco, a la conducción sin ellos encontrará ahí un reto extenso, intenso, y apasionante. Pero lo que no va a encontrar es una variedad de modos de juego, o pruebas diversas, que aporten variedad a la propuesta jugable del título que, en ese sentido, resulta excesivamente centrado en su concepto nuclear. Se hubiese visto claramente beneficiado si hubiesen buscado algunos modos adicionales para completar el paquete de contenidos, pues aunque es muy bueno en lo que propone, quizás tendría que haber intentado abarcar un poco más.
El modo Carrera es, de hecho, todo el eje principal cuando estemos solos, con sus campeonatos, categorías y demás. Es extenso, claro, e ir progresando en los rangos, equipos y demás es un incentivo más que suficiente para sumergirnos en él. El multijugador, por su parte, destaca por ofrecer hasta doce participantes simultáneos, y nos ha llamado la atención el modo de juego por turnos, algo bastante similar a las carreras de resistencia.
Conclusiones
Como apuesta de simulación sin concesiones, RACE Pro no sólo se sostiene sin problemas, sino que tiene casi todo lo que el jugador puede demandar a un título de esas características, con una apuesta realista y muy firme. Pero fuera de ello, el acabado técnico no ha sido tan mimado, y se echan en falta contenidos adicionales, como algunos modos de juego más, o elementos diferentes, que hubiesen favorecido una mayor diversidad y mejor acabado al conjunto de contenidos.
Pero sus carencias no son óbice para afirmar que es uno de los mejores representantes de la simulación y que ha conseguido trasladar, por fin, a las consolas lo que en PC lleva años funcionando.