No se puede ser mas bocazas.
Uno acaba por pensar que estos directivos sonieros viven en un mundo ideado por ellos mismos. Cuando cruzan las puertas de su centro de trabajo deben ser abducidos y se despiertan en un mundo completamente ajeno a la realidad, un mundo en el que las cosas son como les gustaría que fueran, combinando deseos con triunfos pasados... el problema es que se lo acaban creyendo y su temor al ridículo por decir cosas como las del enlace... desaparece.
Patético.
Saludos