La directiva blanca no pretende cambiar la metodología de José Mourinho, quien utiliza la preotencia, que a veces roza la mala educación, como arma psicológica contra sus rivales. El resultado de su estrategia, que también ha empleado en sus anteriores clubs, ha sido positivo y ésto es lo que quiere Florentino Pérez. El presidente está preocupado por la pérdida de imagen del club, pero la lectura que hace de toda la polémica generada en torno a su entrenador es muy subjetiva. Entiende que existe una persecución en contra de Mourinho, que considera injustificada y que sólo se destaca lo malo del luso y lo bueno se convierte en malo, en referencia a las declaraciones que hace el técnico.
Pero
ayer, la cúpula del club se reunió con Mourinho con el objetivo de rebajar la tensión que rodea en este momento al Real Madrid. Le pidieron al técnico que modere su discurso, que mida sus palabras y que omita de sus declaraciones hablar de los árbitros, de Preciado y del Barça.
Ante esta tesitura, José Mourinho se está planteando no hablar más para la prensa española y participar sólo en las ruedas de prensa de los partidos de Champions League, a lo que la UEFA le obliga. Precisamente ante el Ajax, pocos días antes del clásico, hablará pero no lo hará del partido del Barça, ni de las polémicas recientes (Paradas Romero y Preciado).
Su clan de poder
Pero Mou no está sólo en su guerra dialéctica contra el mundo. El luso está creando dentro de la plantilla un clan de poder que respalde al cien por cien su 'estilo' dentro y fuera del campo.
De hecho, el domingo, en El Molinón, después del incendio provocado por Mourinho por sus críticas a Preciado y la respuesta de éste, los que más salieron en su defensa fueron los portugueses.
Primero, Cristiano, que antes del encuentro ya cruzó algunas palabras con Manolo Preciado, el hombre que se limitó a defender la honestidad de su trabajo. Después, durante el encuentro, CR7 centró las iras de todo el estadio. Incluso se permitió la chulería de jalear a los aficionados en diversas ocasiones, como cuando a Botía le mostraron la roja por una dura entrada al portugués. Luego, al ir a recoger un balón en un saque de banda, Ronaldo amagó con dar un balonazo a los suplentes del Sporting que calentaban.
Pepe, al que le perdonaron la roja, tampoco dudó en salvarle la cara a su 'jefe'. Cuando Higuaín marcó el 0-1, se abrazó con sus compañeros haciendo gestos obscenos al público. Y por si faltara poco, al término del encuentro, en el parking de El Molinón, otro portugués, el preparador físico Rui Faria se encaró con Preciado