Siendo todo eso cierto, yo prefiero la vuelta en mi campo. De hecho, los primeros de grupo juegan la vuelta en su campo. Por algo será.Comentaba Santi Segurola en Ondacero - después del partido del Madrid en Manchester - que jugar la vuelta en casa era algo sobrevalorado, que se pensaba que era una ventaja y que no era así, al menos no siempre. Y creo que, cuando menos, tiene parte de razón.
Las ventajas de jugar la vuelta en casa son las que ya sabemos. Juegas en tu campo, acondicionado de la forma que crees que más favorece a tu equipo, con el apoyo de tu afición el partido que acaba de decidir la eliminatoria y sabiendo lo que tienes que hacer.
Pero, visto de otra manera:
- En la ida los equipos suelen arriesgar menos. No es habitual que un equipo, aunque juegue la ida en casa, salga en tromba a sentenciar y dejar decidida la eliminatoria en el primer partido. Más bien piensa en el valor doble del gol fuera de casa e intenta ganar, marcar goles pero preocupándose bastante de no encajar goles. La consecuencia suele ser que son partidos con menos goles.
- En la vuelta se decide todo y no hay más oportunidades. Con lo cual si un equipo tiene que remontar o simplemente marcar es más probable que salga a intentarlo desde el principio. Y en muchos casos, con más espacios los goles llegan antes y suelen ser partidos con más goles. La consecuencia es que el equipo que juega la vuelta fuera puede conseguir la clasificación con la misma diferencia de goles en los dos partidos debido al doble valor de los goles fuera de casa.
Un ejemplo es el partido del Madrid en Manchester. Aunque el Manchester hubiera marcado el segundo, estaría eliminado y habrían empatado los dos partidos. O el Valencia. Si hubiera marcado otro gol en París hubieran ido a la prórroga. La ventaja del PSG jugarla en su campo con su afición. La ventaja del Valencia sería que un gol en la prórroga obligaría al PSG a marcar dos.
Con esto no quiero decir que sea lo contrario y que jugar la vuelta fuera sea mejor. Sino que jugar la vuelta en casa tiene unas ventajas que sabemos de siempre, pero también unos inconvenientes. No es tanta suerte como se piensa muchas veces.