Lluís Mascaró | 09.06.2011 | 04:05h
El Barça no puede seguir perdiendo dinero. La deuda actual es insostenible. Estamos en una travesía en el desierto. Pagamos decisiones heredadas... Podría seguir con más frases catastrofistas pronunciadas ayer por el vicepresidente económico Javier Faus, pero solo haría que aumentar la profunda depresión 'post digestión' que me sobrevino al escuchar atentamente su rueda de prensa. Tras la explicación (muy detallada, con diapositivas incluidas) que hizo me quedó la impresión de que el club blaugrana está en la bancarrota. De que, si no se toman decisiones drásticas, podemos acabar en manos de los bancos. De que no hay ni un euro en la caja. De que solo podremos fichar a Cesc, Rossi y Alexis si vendemos futbolistas. De que hace unos meses casi se nos escapa Alves por un millón de euros. De que las secciones son una ruina... En definitiva, un panorama apocalíptico que me puso los pelos de punta.
Yo no entiendo de números. Ni siquiera sé hacer la declaración de la renta. Para eso le pago a mi gestor. Y, por eso, no puedo cuestionar las afirmaciones realizadas ayer por Faus. Pero tengo sentido común. E intento comprender la situación financiera del Barça. Tengo la sensación de que cada directiva maquilla las cuentas en función de sus intereses. Lo hizo Núñez, lo hizo Gaspart y lo hizo Laporta (a quien, por cierto, se le ha llevado ante la Justicia precisamente por eso). Y, supongo, que también lo hará Rosell. ¿Tan mal está el club o se trata solo de una estrategia de esta junta para no tener que avalar en un futuro próximo con su patrimonio personal? Esa obsesión, casi enfermiza, de recortar, recortar y recortar podría considerarse como un ejercicio de responsabilidad. Pero también como una maniobra demagógica. ¿O es que el futuro del Barça depende ahora de esos 2 millones de euros que nos vamos a ahorrar en las secciones?
Este catastrofismo contrasta, al mismo tiempo, con otra afirmación que hizo ayer el propio Javier Faus y que redunda en la teoría de la 'utilización' de los números en beneficio propio: “En dos o tres años el Barça será el club financieramente más solvente del mundo”. O será un milagro o la gestión de esta junta directiva será tan extraordinaria que la astronómica deuda reconocida por el vicepresidente (300 millones netos) desaparecerá como por arte de magia. Supongo que ni lo uno ni lo otro. Es decir, la situación económica del Barça no es tan mala como ahora interesa hacer creer a los socios. Ni, entiendo, tampoco era tan desastrosa cuando Ferran Soriano, el primer vicepresidente económico de Laporta, se encargó de colgarle la famosa mochila a Gaspart. Los culés (la mayoría) no sabemos de números... pero tampoco somos tan tontos.