Título: Cantatas BWV 98 - 180 - 56 - 55
Compositor: J.S.Bach
Director: Sigiswald Kuijken
Sello: Accent
Formato: SACD
INTERPRETACIÓN
Versiones comparadas:
BWV 56: Joshua Rifkin, Double Decca; Gustav Leonhardt, Teldec
BWV 180: Christophe Coin, Auvidis; Gustav Leonhardt, Teldec
Se trata del primero de un total de veinte volúmenes que iran apareciendo a razón de 3-4 por año entre 2006 y 2011 (este año ya han salido tres y está previsto el cuarto antes de diciembre). El proyecto se titula "Cantatas para el año litúrgico", lo cual no deja de ser una perogrullada pues las cantatas sacras se compusieron justamente para el año litúrgico. En efecto, cuando Bach tomó posesión del cargo de
Kantor de Santo Thomas de Leipzig en 1723 una de sus nuevas obligaciones consistía en componer una cantata nueva para cada domingo del año litúrgico, la cual sería interpretada en el largísimo oficio principal del domingo. Se cree que Bach compuso cinco de estos ciclos completos de cantatas durante otros tantos años consecutivos, lo cual debía hacer unas 300 cantatas sacras, de las cuales sólo se conservan 199.
Pues bien, la originalidad de este proyecto del sello Accent liderado por el singular Sigiswald Kuijken es que en lugar de grabar las casi 200 cantatas sacras, como fue el caso de la monumental integral de Harnoncourt-Leonhardt o, más recientemente, del proyecto del sello BIS con Suzuki, grabarán sólo UNA cantata correspondiente a CADA domingo del año litúrgico (en general la integral completa incluye unas 3 cantatas para cada domingo del año litúrgico, pues como he dicho Bach compuso hasta cinco ciclos, pero hablo de memoria y me da pereza levantarme a mirar los libros :-)).
Otro aspecto "original" de esta "mini-integral" de Kuijken es que recupera el criterio de "una voz por parte" que tanta polémica ha causado. Os cuento. Hace ya unos cuantos añós el musicólogo norteamericano Joshua Rifkin revolucionó el cotarro de la interpretación bachiana con su teoría de que Bach no compuso los coros y los corales de sus obras vocales (cantatas, misas, pasiones) para agrupaciones (coros) con varios efectivos por cada cuerda (o sea, varios sopranos, altos, tenores y bajos) como es habitual en cualquier coro moderno, sino que los números corales eran cantados por los cuatro solistas habituales. O sea un coro de 4 cantantes: una voz o cantante por cada parte o cuerda. Rifkin basaba en gran parte esta conclusión en el hecho de que en el caso de las obras corales de Bach nunca se ha encontrado más de una copia de la partitura correspondiente a una determinada parte. Según esta corriente del historicismo musical, en época de Bach como mucho se doblaba -en algunas ocasiones especiales- el número de efectivos por parte recurriendo a lo que se llamaba un coro de ripienistas. Los 4 ripienistas reforzaban pues el coro principal de 4 cantantes.
En todo caso, el resultado del empleo del criterio de Rifkin es muy impactante pues aporta a los números corales un aire madrigalístico con unas texturas musicales muy muy tansparentes y diafánas. Así grabó Rifkin una famosa versión de la Missa en si menor y una serie de cantatas que se encontaban hasta no hace mucho en los ellos L'Oisseau-Lyre y Decca. Por supuesto, en seguida la polémica estuvo servida con defensores y detractores dispuestos a todo menos a matar por defender su bando (¿os suena familiar?
).
He explicado todo lo anterior, pues al haber adoptado Kuijken para esta mini-integral el criterio de una voz por parte, parece que la comparación obvia de estas versiones es con las del propio Rifkin para Decca. Sin embargo, de este primer volumen sólo la cantata BWV 56 ha sido previamente grabada por el americano, así que a ella dirigiré primero mi atención.
La BWV 56 es una cantata impresionante. A diferencia de otras cantatas sacras de Bach, que son casi mini-óperas con intervenciones virtuosas de los 4 solistas y coros poderosos, en este caso el peso de la obra recae en un solo intérprete: el bajo. Éste no representa ninguna idea barroca abstracta ni ningún personaje poderoso como Jesús, sino que encarna simplemente la voz de un hombre cualquiera. Por ese motivo, y también a diferencia de otras cantatas, en este caso el cantante habla en primera persona: es la voz del hombre que narra las dificultades y sufrimientos de su propia vida, algo que solo volveremos a encontrar -creo- en pleno romanticismo con los lieder de Schubert. En el segundo movimiento de la cantata (pista 14 del SACD), el recitativo es acompañado por un
obbligato de violoncello de gran efecto dramático. Tal como señala Kuijken en el cuadernillo que acompaña el SACD, el
obbligatto representa el movimiento ondulado de nuestra propia vida, que cesa en el minuto 1'38'' cuando el hombre muere. Genial, ¿no?!!!!! Y en mi opinión es justamente el intenso dramatismo del bajo-barítono Dominik Wörner en esta versión de Kuijken la que marca su superioridad con respecto a la de Rifkin e incluso la de Leonhardt.
Pero la comparación interesante de verdad viene con el número coral que cierra la obra (corte 17 del SACD) pues aqui podemos comparar vis a vis los coros reducidos utilizados tanto por Kuijken como por Rifkin en sus respectivas versiones. En mi opinión ambas versiones son muy gratificantes y el criterio madrigalista empleado en ambas (recuérdese: una voz por parte) viene como anillo al dedo a esta cantata tan íntima y personal como es la BWV 56. No obstante Kuijken gana por el hecho de que el equilibrio de voces está mejor logrado que en la versión de Rifkin, donde claramente predominan las tesituras más agudas, lo cual es un poco discordante teniendo en cuenta que es una cantata para bajo.
De las otras cantatas incluidas en este SACD, la BWV 55 y 98 se benefician igualmente, en mi opinión, de la adopción del criterio de una voz por parte al ser, al igual que la BWV 56, cantatas muy intimistas, .
No obstante, la BWV 180 es harina de otro costal. Esta cantata abre con una bonita sinfonía seguida de un importante coral, que para mi gusto pide un coro más numeroso que el utilizado por Kuijken. La versión ideal para mi es la de Coin dentro de su mini-integral de cantatas acompañadas de violoncello picolo (3 CDs para el sello Auvidis) aparecida con mu buena acogida hace ya 10 años. El ambiente que logra Coin es también intimista, nada que ver con las multitudinarias versiones romanticoides tan del gusto de nuestros padres (e incluso hoy en día de la derechona musical española :
), pero aun así mucho más acorde con la idea que tenemos de estas obras casi todos nosotros. Otra diferencia entre las versiones de Kuijken y Coin es que a pesar de ser ambas historicistas, el primero utiliza a una mujer en lugar de un contratenor para la parte asignada por Bach a la voz de alto. La diferencia que esto marca es importante, y creo que prefiero el uso de una mujer, sobre todo como en este caso en el que la mezzo Petra Noskaiova canta con un timbre casi de muchacho. Así tenemos lo mejor de lo mejor, una tía que canta como un muchacho pero con un virtuosismo y una técnica que éste nunca podría tener por una cuestión de madurez vocal.
Finalmente, también puedo señalar otra diferencia entre ambas versiones, y es la que establece el uso del violoncello piccolo: mucho más pronunciado en el caso de la versión de Coin (fijaros en el recitativo de la soprano), lo cual es lógico si se tiene en cuenta que es el instrumento de Coin y el leit motiv de su mini integral. Que nos guste tanto protagonismo para el violoncello es cuestión personal, a mi me da por épocas jeje.
SONIDO
En lo sonoro la versión de Kuijken me parece perfecta cuando se escucha con sonido SACD multicanal. Es menos reverberante que, por ejemplo las versiones de Coin o incluso Leonhardt y, sin embargo, transmite una mayor sensación de espacio, para no hablar de una mayor claridad de las voces. El equilibro entre voces e instrumentos es igualmente perfecto. Un gran logro sonoro y un ejemplo de cómo se va adquiriendo experiencia en el uso de los canales traseros, que aportan justo lo necesario para contribuir a la sensación de espacialidad.